entrevista
Alejandra Flechner: “Querer un mundo mejor es siempre una lucha”
Con un pequeño, pero clave rol, sigue demostrando su capacidad para transformarse y ofrecer una gran actuación.
La comedia académica Puán, que recientemente ha sido laureada en el Festival de San Sebastián, llegó a los cines con un rol muy particular de Alejandra Flechner. Con ella hablamos sobre su participación en la propuesta dirigida por Benjamín Naishtat y María Alché.
—¿Cómo fue crear el personaje?
—Cuando me hablaron María y Benja para hacer este personaje, que es el personaje de la viuda de Caselli, que es el jefe de la cátedra, digamos, quien muere y hace que de algún modo la película arranque, ¿no? A partir de ese momento me dijeron eso, como bueno, nos imaginamos que vos podías hacerlo. Leí el libro y a mí me encantó la película, tanto el libro me pareció hermoso, me pareció que era una comedia dentro de un ámbito académico, como una comedia en el ámbito de la educación pública, en la universidad. No hay demasiadas películas que recorran esos espacios, tal vez tenemos un antecedente que va por otro lado, en El estudiante, de Santiago Mitre, pero no es un ámbito que suele tomar el cine para hacer películas. Ya eso me parecía como interesante y siempre riesgoso, o sea, cuanto más arriesgado, más lindo para mí. Meterse como con esta especie de profesor. La película lo relata y este personaje era hasta como la viuda del jefe de la cátedra de Filosofía de Puán. Me parece un personaje que no aparece tanto en la película, pero son esos personajes que sí, arman como un cambio de modalidad en la película, por lo menos para el protagonista, para el personaje, digamos, con quien vos te identificás. Que es el que hace el recorrido, el encuentro con esta mujer, esposa de Caselli. Dos personas que han vivido en el exilio, que han vuelto al país y que él tiene una cátedra, que ella da sus clases de otras cosas y que bueno, muere repentinamente y que lo tiene un poco como su hijo putativo al personaje que hace Marcelo Subiotto, que se llama Marcelo. Claro, digamos que él es como el discípulo de Caselli, entonces la muerte de él lo pone en un dilema de la vida, en el momento de la vida, y tiene muchas expectativas que creo que, digamos, son diferentes, no se ven cumplidas en principio, de algún modo. Esta mujer que también tiene como esta historia, digamos, de exilio, de haber pasado tantas cosas y a la vez con esta sensación de que las luchas no se abandonan nunca, se continúan en los malos momentos, en los buenos momentos, como que casi siempre el mundo ha sido un lugar hostil. Yo lo puedo decir casi desde un lugar personal también, siendo ya una persona grande, habiendo pasado tantos momentos. Nunca el mundo naces, y es un lugar que te abraza, es un lugar siempre hostil, hay momentos mejores y otros peores, pero querer un mundo mejor es siempre una lucha, no es algo que te es dado. Creo que, bueno, esa es un poco la generación de Caselli, de esta mujer y un poco lo que le abre al personaje que es Marcelo.
—No vamos a revelar nada, pero el final nos deja con muchas preguntas y lo interesante es esto. Es una comedia, pero que nos deja con más preguntas que por ahí películas que se presentan desde otro lugar, más solemne…
—No, y además desde un lugar como esto, como si fuera, como si la filosofía es algo que es como que es una herramienta de una élite, en relación al prejuicio que uno puede tener como de un ámbito filosófico. Decís qué hace un filósofo, quién es, cuál es su mundo o esta supuesta idea de solemnidad respecto de lo que es el mundo académico, que además lo tiene también. No es que no es, no es que es un invento, pero también lo que es ser un profesor en la universidad argentina, con todas las dificultades que puede tener la educación pública, con todas las dificultades que podemos tener como país en tantas cosas y de pronto esto, ver a alguien que ve que vuelve a su casa, que se hace unas changuitas para llegar al fin, que no les voy a revelar, aunque están en el tráiler, pero que son muy graciosas.
Digo, como un humor respecto de nuestra propia condición, por lo menos, no diría de argentinos, sino de citadinos, de personas que vivimos en Buenos Aires, que vivimos en la ciudad y tenemos una cantidad de problemáticas que sí atraviesan a todo un país, obviamente.