ENTREVISTA

Arrúa: “Cuando llega la cosecha de buenas canciones, no hay que perder el tiempo”

En diálogo con diario Hoy, el intérprete revela los detalles de los procesos que atravesó al realizar su trabajo más reciente.

En una entrevista íntima con este multimedio, Matías Arrúa presenta su trabajo reciente y reflexiona sobre las formas actuales de producción.

—¿Bajo qué circunstancias nace este material?

—Surge a partir del aburrimiento. Casi todo lo que hago surge como respuesta a la insatisfacción. Además, el momento en que uno es consciente de que ha creado una nueva canción, es muy placentero. Es un instante de belleza, y sería una tragedia poética no buscar ese lugar con sofisticada frecuencia. Esta serie de canciones y videoclips que vengo lanzando surgen en el año 2020, año en donde el aburrimiento era trending topic. Vivo estas nuevas canciones como un acto de supervivencia. En marzo de 2020 tuve una racha creativa que traté de explotar al máximo junto a mi productor Franco Camilletti. La suerte es casi siempre un relámpago difícil de atrapar, por eso cuando llega la cosecha de buenas canciones, no hay que perder el tiempo.

—¿Cuál es el concepto estético?

—Las canciones reúnen las características del universo rioplatense. En las letras nos vamos a encontrar con palabras, frases y conceptos de la bohemia orillera. Las melodías también participan en esa construcción, son canciones que nos invitan a encontrar nuestro nombre., nuestra infancia, o algún que otro amor perdido.

—¿Qué sensaciones te rodearon ante la pro­ducción?

—Mi mayor suerte es la gente con la que trabajo mis producciones. Cada una de las personas que forman parte del equipo están muy por encima de mis capacidades, y eso hace que mis sensaciones sean siempre de satisfacción. Todo lo que me devuelven supera mis expectativas. Entre el año 2020 y 2021 con mi equipo construimos un lenguaje que posibilita una ida y vuelta muy eficaz. Sentirse entendido es una de las sensaciones más gratificantes que hay, porque sentirse entendido es bastante parecido a sentirse escuchado.

—¿Qué análisis realizás de la escena actual?

—Hay una situación de la escena actual que me genera mucha frustración y es la desproporción entre propuestas musicales y lugares para que esas propuestas se desarrollen con profesionalismo. Y sobre todo, existe un gran vacío para las bandas que llevamos entre 100 y 300 personas. Sería maravilloso poder contar con una gran variedad de lugares para tocar, colaboraría mucho a construir una escena que nos libere de la esclavizante idea de ver a CABA como lugar al que hay que llegar para desarrollarnos.

La producción contemporánea

—¿Cuál es tu opinión sobre las nuevas formas de lanzamientos que se priorizan en la actualidad? ¿De qué van las letras de tu disco?

—Me parece que la modalidad single es una buena oportunidad para estar presentes y en constante movimiento para aquellos proyectos que necesitamos instalar una marca y estar en estado de “novedad o estreno” varias veces al año. No obstante, no es igual para todos los géneros. El género en el cual me encuadro tiene un público que sigue prefiriendo el disco. Que, todo bien con lanzar un par de singles, pero a fin de cuentas quieren 12 canciones inmersas en un concepto y en una idea para escuchar de principio a fin. Los géneros más bailables de la industria mainstream guardan otro ADN, son más permeables a la idea de single, (además de que tienen más presupuesto para lanzar mega videoclips cada 14 días). Esos géneros tienen un grado de obsolencia altísimo. Si hoy en día reproducimos en un boliche las 10 canciones más escuchadas del 2020 nos van a parecer antigüedades de museo, canciones gastadas y sin gracia. Como una remera de la que te enamoraste fuerte un verano y la llevaste a todas las fiestas de San Clemente. Pongamos un ejemplo, ¿quién escucha hoy en día Fumando flores con Lamothe?. Nadie. Es un fósil, hasta Lunes por la madrugada suena más moderno.

La sonoridad de la obra

—¿Qué detalles podés brindarnos sobre las melodías de las canciones?

—Tengo fascinación por las melodías pegadizas, cada vez que escucho una buena melodía me genera un placer particular, sutil, íntimo. Por eso trato de componer canciones que no puedas dejar de cantar. Hago canciones para silbar mientras podás las hortensias. De hecho el filtro que utilizo para saber si conservo una idea melódica es ver si la recuerdo el día posterior de haberla compuesto.

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