cultura

Bob Dylan: cuando la poesía canta

Hay mucha poesía en la música popular, y en esta nueva sección dominical Diario Hoy irá dando pruebas irrefutables de eso. Hoy, el Nobel de Literatura 2016.

Emily Dickinson escribió alguna vez que no sabía definir la poesía, pero entendía lo que era cuando al leer algo sentía como si le volaran la tapa de los sesos. Lo mismo ocurre a veces cuando se escuchan algunas canciones, como por ejemplo las de Bob Dylan.

Muchos se asombraron cuando el 13 de octubre de 2016 se le dio el Premio Nobel de Literatura a Dylan. Pero muchos, también, vieron en ese premio un acto de justicia. Nicanor Parra, por caso, quien desde muchos años antes reclamaba a la Academia Sueca que le otorgara el galardón por el esplendor de su poesía.

De la denuncia al lirismo

La poesía de Bob Dylan es de un muy amplio registro, va de la denuncia –“Ustedes, que fabrican las grandes armas / Ustedes, que construyen los aviones de la muerte / Ustedes, que construyen todas las bombas / Ustedes, que se esconden tras los muros / Ustedes, que se esconden detrás de escritorios / Puedo verlos a través de sus máscaras” (“Masters of War”)– a un lirismo que compromete a todos los sentidos –“Vi a un recién nacido rodeado de lobos salvajes / Vi una autopista de diamantes que nadie usaba / Vi una rama negra goteando sangre fresca /Vi una habitación llena de hombres cuyos martillos sangraban / Vi una escalera blanca cubierta de agua / Vi diez mil oradores de lenguas rotas /Vi pistolas y espadas en manos de niños pequeños/ Y es dura, dura, dura /Muy dura la lluvia que va a caer” (“A Hard Rain’s A-Gonna Fall”)–.
Cuando fue a recibir la medalla y el diploma, se preguntó Dylan: ¿cómo mis ­canciones están relacionadas con la literatura? Y fundamentó su respuesta en la música con la que Bob creció, en particular la de quien considera su hermano mayor, Buddy Holly: “Buddy escribió canciones con hermosas melodías e imaginativos versos”. Fue incorporando a la escritura de sus primeras canciones lo aprendido en la escuela con libros como Don Quijote, Ivanhoe, Robinson ­Crusoe o Historia de dos ciudades, lecturas que le hicieron ver el mundo de una forma particular y comprender la naturaleza del hombre.

Su fascinación por los libros

Hubo en particular tres libros que lo marcarían, y se trata nada menos que de Moby Dick, Sin novedad en el frente y la Odisea.
Sobre el primero de ellos, el cantautor cuenta: “Moby Dick es un libro fascinante. La trama es sencilla. El misterioso capitán Ahab –capitán de un barco llamado el Pequod– es un egomaníaco con pata de palo que persigue a su némesis, la gran ballena blanca Moby Dick, que robó su pierna. Lo persigue todo el camino desde el Atlántico, alrededor de la punta de África y en el océano Índico. Él persigue a la ballena alrededor de ambos lados de la Tierra. La llama el emperador, y lo ve como la encarnación del mal. Como lector puedes anticipar lo que sucederá”.

A Dylan le fascinaba que en la novela de Herman Melville todo está mezclado: los mitos, la Biblia, las leyendas británicas, las alegorías religiosas, el zodíaco, la filosofía clásica y todo su conocimiento del mar. Y, sobre todo, le resulta irresistible ese capitán demente que perdió su pierna mientras intentaba atacar con un cuchillo a Moby Dick.

Con la lectura de Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, el Nobel de Literatura se sintió atrapado en una ­pesadilla, sumergido en un misterioso remolino de muerte y dolor: “Este es un libro donde pierdes tu infancia, tu fe en un mundo significativo, y tu preocupación por los ­individuos”.

Leyendo el libro, fue un animal acorralado que sentía que la vida se derrumbaba a su alrededor: “Barro, alambre de púas, ­trincheras llenas de ratas, ratas comiendo intestinos de hombres muertos, trincheras llenas de suciedad y excrementos”. El horror indescriptible de la guerra, la peste de la estupidez humana.

Y el tercer libro que integra el podio de sus favoritos es la Odisea, esa historia extraña y aventurera de un hombre que intenta regresar a su casa luego de luchar en una guerra. Sobre este poema épico griego, cuenta el cantante: “Está en ese largo viaje a casa, lleno de trampas y caídas. Está maldito para vagar. Está tratando de regresar a casa, pero es lanzado y girado por los vientos. Siempre está siendo advertido de las cosas por venir. Hay dos caminos por recorrer, y ambos son malos. Él cuenta su historia a extraños. Han pasado veinte años. Lo llevaron a algún lugar y se quedó solo ahí. Y eso no es todo. Cuando vuelve a casa, las cosas no son mejores”.

Bob Dylan sostiene que las canciones son diferentes a la literatura: “Están destinadas a ser cantadas, no leídas”. Pero las une la voluntad de estar vivas en la tierra de los vivos. Y que el poeta que canta, como el que escribe, puede decir, con Homero: “Canta en mí, oh, musa, y a través de mí cuenta la ­historia”.

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