entrevista

Agustín “Rada” Aristarán: “Los actores somos chantas”

El multifacético artista estrena unipersonal mientras graba dos series y la versión cinematográfica de Parque Lezama de Juan José Campanella.

Agustín “Rada” Aristarán se pone en la piel de un personaje atrapante en una obra que fusiona ironía, crítica social y una puesta en escena innovadora titulada Chanta, que se ve en el Teatro Metropolitan. El libro pertenece a los directores, productores y guionistas de cine y series Mariano Cohn y Gastón Duprat, junto al escritor Juan José Becerra, y sigue la historia de Julio Ballesteros, un hombre que, tras su muerte, reflexiona sobre su vida, la sociedad y la hipocresía que lo rodea. A lo largo de diferentes etapas de su vida, la obra expone con un tono cínico, mordaz y profundamente irónico las contradicciones del protagonista y de la sociedad argentina. Hablamos en exclusiva con Aristarán para saber más de la propuesta.

—Te dieron este papel porque se sabe que sos el gran chanta...

—Claro. Y me gusta que es como una meta historia dentro de la propia historia. Es un chabón que no tiene esa edad y que esté vestido de esa edad, también habla de que es un chanta. Los actores somos chantas. Soy mago, imagínate. Soy un chanta profesional. Y cuando me lo ofrecieron dije hay que hacer a Julio, hay que meterse en este universo. Leí el guión y yo ya había dicho que sí. Que sea MP, Ozono, la producción, más Duprat, Cohn, Becerra, con la dirección de Marcelo Caballero, con todo el equipo. O sea, era imposible que salga mal. ¿Puede salir mal? Y sí, hay un chanta en escena. Pero bueno, igual el chanta siempre en escena puede la pilotea y la hace.

—¿Cómo es componer a Julio?

—Muy difícil, muy. Es una obra muy difícil de hacer, muy compleja técnicamente, técnicamente actoral. O sea, el aparato que hay escenográfico, los cambios son instantáneos porque es una obra que está contada al revés. Arranca el día de su muerte y va para atrás hasta antes de empezar.

—Tipo Benjamin Button…

—Sí, pero no por una condición, sino porque está la historia contada así porque los autores son unos locos de mierda entonces dijeron vamos a contarla así. Entonces tiene eso. Me sirvió mucho ser mago porque utilizamos muchos recursos de la magia para que eso suceda y que sea mágico para el público sin presentar un truco de magia. No es que van a venir a ver un show de magia, no tiene nada que ver con la magia. Pero sí hay cambios que la gente dice ¿cómo pasaron? ¿Cómo es 10 años más joven si estaba recién sentado en una silla de rueda hecho mierda? Entonces eso también es muy complejo técnicamente. Tiene una puesta de luces muy zarpada. Una música también muy compleja. No es un musical. Es muy raro de contar y tampoco quiero contar más porque hay que venir a verla. Pero no es que solamente así vienen y compren la entrada. Si vas a venir, no averigües nada. Vení a verlo. Estamos convencidos de que no hay nada parecido y muy convencidos de que nadie de los que se sienten en la platea se imagina lo que van a ver. O no tiene nada que ver a lo que están esperando ver. Lo que pasa es que el título sugiere algo. Pero el público que a mí me ve siempre me ve en un rol de otra manera. Y con un mensaje diferente. Este mensaje es gracioso pero también es muy oscuro. No es un espectáculo para toda la familia. Por ejemplo mi sobrino que me va a ver a todos los espectáculos yo ya le dije a mi hermano y a su mamá que no puede venir. Tiene eso también y me encanta porque es muy incómodo también para mí hacer eso. Yo estoy acostumbrado y sé cómo funciona. La comedia, el mensaje lindo y que el público salga con un mensaje esperanzador. Y una sonrisa y la alegría. Y acá no. Se van a reír mucho. Pero va a pasar que se va a reír mucho y en un momento se empieza a poner un poco todo turbio. Y de pronto después te volvés a reír. Y después se pone turbio.

—Es como un electrocardiograma…

—Sí, tal cual, exacto. Me gusta pensarlo como la clave del payaso. Que te hace una caricia para después meterte un tortazo y después una caricia. Para después de vuelta moverte un tortazo y para que el tortazo te lo calme con una caricia.

—¿Cómo es esto de volver a estar solo?

—Re loco. Vengo entre School of Rock y con mi espectáculo, que estaba solo, pero muchos actores me dicen, ¡uy, encima un impersonal! ¡Qué complejo! Para mí no, estoy acostumbrado a hacerlo, pero en este caso no, porque estoy con un guión. Si bien mis espectáculos tienen guión, son guiones mucho más narrativos de lo que está sucediendo. O anécdotas y demás. Acá estoy hablando lo que escribió otro. Este lo adaptamos, por supuesto, que le buscamos la forma, que ya está todo lo mío puesto al servicio del espectáculo. Pero acá estoy con ocho edades de Julio. Ocho personajes. Bueno, me toca hacerlos a mí, pero... Hay ocho acá.

—Cohn y Duprat tienen esta habilidad de describir el ADN Argento. Y uno se imagina a Chanta también por ahí…

—Y sí, describen al ADN Argento. Y acá también está escrito, está puesto. Yo creo que cada edad de Julio les va a tocar al público algo. O es el tío, o es el abuelo, o es el amigo, o es el vecino. O son ellos, no sé. Es muy reconocible. Muy reconocible y te entra por todos lados. Lo conoces a Julio, lo conoces. En algún lugar lo viste a Julio Ballesteros. O lo tenés muy cercano o lo viste. Por ahí es el que vive arriba de tu casa. Y te desagrada. Y sabes por qué te desagrada, porque ya lo conoces.

—¿Por qué crees que seguimos soportando a tipos como él?

—Porque estamos re locos. Somos el mejor país del mundo, pero estamos re locos. Y eso también nos hace únicos.

Noticias Relacionadas