entrevista

Carmen Maura: “La cámara hace la mitad del trabajo”

La icónica actriz española, querida por todos, es parte del proyecto de Nicolás Gil Lavedra Como el mar, que llegó el jueves a los cines.

Carmen Maura vuelve al cine argentino en Como el mar, de Nicolás Gil Lavedra, protagonizada por Sofía Gala Castiglione y Zoe Hochbaum, y en donde encarna a la tía Mecha, una mujer que permitirá la transformación de los personajes. Hablamos con Maura para saber más detalles de la película y su próximo proyecto, Vieja loca, de Martín Mauregui, con J. A. Bayona (La sociedad de la nieve) como productor.

—Otra vez en Buenos Aires, en Argentina, filmando película, presentando otra, ¿cómo estás viviendo un poco estos días?

—Estoy muy bien, pero la película que he venido a hacer la acabé antes de ayer y tengo muchas ganas de ir a casa, con mi perra, en mi cama, mi terraza, mi ducha.

—Eso es comprensible...

—Y, sobre todo, estuve todo el mes de agosto pasado, por esta película, la estaba preparando, entonces, bueno, venir aquí me ha gustado siempre y he venido montones de veces, una vez estuve aquí viviendo un año y todo, y me encanta porque además tenéis una ciudad absolutamente maravillosa. Ahora me da mucha envidia lo de las bicis, porque es una ciudad perfecta para andar en bici, pero yo ya no me atrevo por si me caigo. Tampoco me he arriesgado mucho a ir a sitios con mucha gente para no coger ni Covid, ni dengue, ni nada parecido, nada, no podía ponerme mala.

—Es que todo gira en torno a tu ­personaje...

—Sí, y no quiero hablar de ella ahora porque ya llegará el momento, es el trabajo más difícil que he hecho, pero me lo he pasado genial. Y me anima que, aun con la edad que tengo, que tengo 78, cumplí en septiembre, no voy a parar de actuar. Ahora me voy a Madrid a descansar.

—Estabas haciendo teatro allá, ¿verdad?

—No, la última vez que hice teatro fue en París, hice una obra en Madrid que me apeteció llevar a París, llevé la traducción, me traduje también a mi personaje y así lo he cortado un poquito, que me parece que estaba un poco largo, y fue muy bien. Me gusta mucho hacer teatro y yo empecé en teatro y he bajado escaleras, con plumas y he hecho de todo, pero es que la cámara es algo genial, es que la cámara hace la mitad del trabajo, entonces eso me encanta. Me divierten mucho los rodajes y me divierte mucho hacer lo que el director quiere, por ejemplo, con Nico ha sido una maravilla, lo que pasa es que yo solo estuve cuatro días en esa película.

—Pero el personaje es clave...

—Sí, aunque sea secundario, lo que pasa es que yo no me he preocupado mucho de cómo iba a llevar mi carrera y todo eso, y siempre he dicho y hecho lo que me da la gana. Por eso, mis primeros 20 años de carrera fueron sin agente, me llevaba yo sola, porque no me dejaban hacer lo que yo quería; tuve tres agentes el primer año y no me dejaban hacer cortos, trabajar con Almodóvar era un escarnio: “Vamos a cagar tu carrera”, “qué carrera, si yo no tengo qué hacer todavía”; apar­te, qué me importaba, yo quería disfrutar, tenía personalmente una vida muy complicada, entonces eso era para mí la parte de juego de la vida.

—El cine te permitió vivir otras vidas...

—Sí, sobre todo que me divertía cantidad. Siempre me ha divertido como los juegos, me gustan mucho, de niña jugaba a que era una mamá, vendía cosas, no sé qué vendía. Siempre me ha gustado eso, mucho más que a todas mis amigas, y más que a mi hermana, que yo tengo una hermana que nos llevamos un año y a ella le divertía mucho menos eso que a mí me gustaba, y yo me acuerdo de que siempre me divertía en las historias y hacer de otra o de mamá o de no sé qué.

—¿Y siempre supiste que eso era lo que ibas a querer hacer, más allá de que la vida por ahí te decía: “No, esto no”?

—Si mi grupo de aficionados no se hubiera terminado porque todos empezaron a trabajar en sus carreras, no sé si estaría aquí, porque yo con el grupo de aficionados me divertía mucho y nunca me apeteció ni ser conocida.

—Vos tenés como un romance con el público argentino, que por ahí no lo buscaste, pero hay películas icónicas como Ay Carmela! o las de Pedro Almodóvar que fueron un verdadero éxito...

—Vosotros sois muy exagerados en algunas cosas, pero sí que lo noto cuando llego a Argentina y siempre pienso: “Debería hacer teatro de nuevo aquí porque sería una gozada”. Sois muy cariñosos y muy exagerados, y me gustan las calles, y me gusta la ciudad, es preciosa, y tendría que ser una de las ciudades más ricas del mundo, donde la gente viviera de puta madre, y a ver si lo conseguís ojalá de una puta vez, que cada vez que vengo es un problema distinto.

—Te ha tocado venir en momentos bisagra de la historia política ­económica...

—Sí, y os he conocido bastante porque he venido bastantes veces sueltas. Yo era amiga de Enrique Pinti, me falta rey, era más bueno y más listo y más gracioso, cuando íbamos a cenar en Edelweiss y no dejaba de hablar y contar cosas y más bueno con todo el mundo y en el rodaje fue como un niño bueno, los niños son pesados, pero él estaba encima haciendo régimen y se tenía que tomar unos vasos con una cosa repugnante que no le gustaba nada, pero era bueno, obedecía, estaba en su sitio, no protestaba, me daba mucha ternura.

—Se estrena Como el mar, ¿por qué te sumaste al proyecto?

—Lo primero, porque me estaba llamando Zoe, que además es productora, y cuando ella tenga mi edad habrá producido montones de películas y habrá hecho cosas porque tiene muchísima energía, entonces la conozco, me la llevé yo a mi casa y ya empezamos a hablar más de todo, me enteré que escribía, que el guión estaba escrito por ella y me gustó mucho su energía y me daba mucha pereza hacer tanto viaje en avión por una semana, pero me conquistó y dije, vale, venga, voy, pero porque yo tomo decisiones también. Mañana viene un chico de 20 años que tiene una película que no le conoce ni Dios y como me mole, pues lo hago y me da igual lo que opinen de lo que estoy haciendo.

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