Entrevista exclusiva

Danny Rubin, el genio detrás de El día de la marmota

El clásico filme protagonizado por Bill Murray cumple 25 años. En el marco del festejo, el guionista habló del filme con el que hasta la religión y la filosofía se sienten emparentados

Si para los norteamericanos es un feriado menor, qué quedará para los argentinos que ni siquiera saben que este es un festejo real. Es que en Punxsutawney, Pensilvania, hoy se celebra el Día de la marmota, ceremonia en la que se puede predecir el fin del invierno de acuerdo a si el roedor asoma de su cueva o no.

Claro que para Danny Rubin no es un día cualquiera, ya que hace poco más de 25 años, cuando se sentó a escribir un libreto eligió ese feriado para ambientar la película que terminaría por cambiar su vida. “El filme fue muy generoso conmigo, creció mucho todos estos años y me mantuvo a flote. Está bueno que gente importante de la industria piense en vos y esté dispuesta a ver otros trabajos tuyos”, aseguró el guionista.

La trama se centra en un reportero del clima, muy aburrido por las tareas que le toca cumplir, quien de repente se encuentra atrapado en un loop temporal que lo hace repetir el mismo día una y otra vez. La historia generó semejante impacto que su título se convirtió en una popular expresión que refiere despectivamente a las cosas que nunca cambian.

Este domingo, el filme cumplirá 25 años, por lo que Rubin conversó con este medio y se refirió al proyecto que transformó su vida. Además, habló de la decisión de convertir la película en un musical y se enorgulleció al recordar que Bill Murray se emocionó cuando fue a ver la obra.

—¿Te molesta tener que hablar siempre de esta producción?

—Un poco (risas), pero fue muy generosa conmigo. Estoy como en el foco de atención, aunque puedo ponerme en el centro o alejarme cuando quiero, y eso es un privilegio. Cuando estuve con Bill Murray noté que odiaría ser famoso al punto de no poder tener mi propia vida. Me han repetido 200 veces las preguntas, pero en vez de enojarme, prefiero ponerme contento por estar acá y que la gente siga interesada. Lo molesto no es la repetición sino la idea de que no tengo otra cosa para hablar. Pero de todas formas lo entiendo.

—¿Por qué elegiste reproducir El día de la marmota en tu historia?

—Cuando me senté a escribir, tenía una idea muy general. Tenía que elegir el día porque eso me iba a dar información sobre quién sería el protagonista, así que abrí el calendario y fue el primer día que vi. Es un feriado mínimo, medio tonto, pero yo lo conocía. Era perfecto para la historia. Pensé en quién podría ser el que visitara el lugar, y se me ocurrió un reportero del clima. Así, las partes empezaron a encajar. Además, esta fecha no se había usado en otras películas y en mi imaginación lo iban a repetir cada año como si fuera un especial de Navidad de Charlie Brown, era un negocio. A pesar de que fue muy arbitrario, fue una de las batallas más grandes con el estudio, porque querían saber por qué yo había usado esa fecha.

—La película generó tanto impacto que hay hasta trabajos filosóficos sobre ella...

—La gente me escribió cartas por años y tuve muchas perspectivas, que la reconocían en distintas culturas. Budistas diciendo que era budista, cristianos hablando de redención, judíos, filósofos señalando a Nietzsche. Creo que una de las cosas universales que contiene es que nuestra vida muchas veces se siente como una serie de repeticiones, y nos sentimos estancados. La película sirve para empoderar a la gente, para mostrar que se puede salir de eso.

—¿Qué te llevó a reescribirla como musical?

—Escribo música desde que soy adolescente, nunca creí que lo iba a hacer profesionalmente, pero cuando vi que tenía la oportunidad de mezclar mis guiones con la música lo hice. Cuando firmé el contrato, había cosas que no estaba dejándole al estudio, entre ellas, me quedaba con el derecho de hacer un musical y la idea me encantó. Después del estreno del filme, pasaron diez años en los que fui formulando planes para hacer el musical. Una vez escuché a un productor muy importante que reconocía que podía hacerse, así que ahí me di cuenta de que podía hacerlo. Pasaron otros diez años porque tuve que buscar socios y el espacio para llevarlo adelante. El director, el compositor y yo nos comprometimos, hicimos el guión, las canciones y todo antes de contactar a un productor. Fue arriesgado, pero no me importaba, era algo en lo que pensé por veinte años. 

—Bill Murray fue a ver la obra y lloró, ¿qué te generó eso?

—Significó muchísimo para todos los que estábamos involucrados. Estábamos orgullosos de lo que hicimos, pero queríamos que los de la película vieran que no habíamos disminuido el impacto de ella sino que lo habíamos hecho más fuerte. Bill y su hermano fueron al show y se emocionaron tanto que después hablaron con el elenco. Fue un gesto para alentar a los que eran reticentes a ver la obra, fue un gran gesto.

—¿En qué trabajás ahora?

—Acabo de terminar cinco años de  trabajo en el musical, así que estoy como empezando de nuevo. Estoy trabajando en una serie de TV para el canal de Santa Fe, Nuevo Mexico, llamada Santa Fe massage, un centro de masajes, donde cada vez que vas queda tu cuerpo pero tu alma es como que deambula libremente. Entonces puedo jugar con las historias de las fantasías de la gente cuando se relajan. Mucha gente entendió que no hacía falta irse a Los Ángeles para trabajar. Además, estoy produciendo radioteatros.

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