entrevista

Diego Capusotto: “Estamos en un lugar, no digo parecido, sino peor a 2001”

Hoy llega los cines esta nueva incursión en cine del artista, de la mano de Néstor Montalbano, en la que encarna a cuatro personajes distintos.

En su vuelta al cine con Las corredoras, de Néstor Montalbano, Diego Capusotto encarna varios personajes. Una película inclasificable que se nutre de diversos géneros, y en la que comparte cartel con Carola Reyna y Alejandra Flechner. Con él hablamos sobre el desafío y su mirada sobre la profesión.

—¿Te gusta hacer cine?

—Es una cosa que no me predispone así tan tanto como el teatro, por ejemplo, pero, por otro lado, siempre fui cinéfilo, he visto más cine que teatro, por lo de la magia, por esto de cómo está la película presentada, que es completamente diferente a cómo está hecha. Y además el cine me sigue convocando, pero primero como hecho, después terminas siendo actor de películas. De chico no lo imaginaba porque no quería ser actor cuando era chico, para mí era un ritual y me gustaba el impacto que tenía esa película en mí, en la vida real.

—Y Néstor es siempre un sí para volver al cine…

—Por lo menos con las que vino, sí. Y yo creo que este también me interesó más, no solo por la convocatoria de Néstor, que ya me pone atento, sino también un poco para la propuesta de la película y por como incursiona en esta película por los distintos géneros. Que también se colocan a voces en la comedia, que da paso a un lenguaje que para vos es más cómodo. Siempre tenés que agarrarte de algo, pero te agarrás más fácil de algunos personajes más complicados. Entonces, acá encima multiplicar el registro de cada personaje que tiene que ver con el terror de que no te salga, hasta que en un momento empieza a aparecer algo y después el propio director también te acomoda. Esta es una película en la que Néstor me ha acomodado más en el rodaje, sobre a dónde se coloca el personaje y el lugar de lo femenino y eso lo hace más complejo para mí.

—Las voces las buscaste a través de íconos del cine nacional de todos los tiempos…

—Uno empieza a pensar en personajes, en actrices reconocidas del cine nacional, pero a su vez también ver el personaje y a Alejandra, quién quiere ser, también. Porque también pensás que Alejandra quiere ser Mirtha Legrand, ponele. Entonces, no es solo pensar en una actriz, el lugar que ocupa. El poder, entonces, ya no es solamente pensar en la figura de una actriz, en su manera de usar el espacio del cuerpo de lo femenino, también, es un personaje que no es femenino, no es una mujer. Pero, también, no porque un homosexual no hable así, conozco barrabravas homosexuales, que no hablan así, te quiero decir que el personaje tiene una impronta de lo femenino, cuando se disfraza de mujer lo siente, hay algo que lo convoca, pero tampoco es mi palo. Entonces lo busca de otra manera que alguien que a lo mejor tiene una relación con la femenina más directa. Por lo tanto, empezaron a aparecer así las cosas que le empecé a mandar a Néstor, que uno hace en la previa de la película, voces, grabaciones para tratar de ver escenas por otro lado, de películas, voy buscando por ahí. Bueno, tuvo algunos elementos a diferencia de otros trabajos, de elementos de búsqueda que fueron como más complejos porque fueron más abiertos, viste, buscar este personaje más en imágenes. Con Néstor tenemos un vínculo de mucho tiempo , desde Cha Cha Cha, entonces hay algo que ya sabemos del otro, hay algo, y que por eso también se anima a decir: vamos con la historia. Con otro actor es más difícil, seguro, y yo creo que como director también necesita alguien que descanse y no descanse, alguien que confíe también. Porque en la cabeza del director está todo, cómo filma, en el montaje, y hay un momento que el actor está, por lo menos a mí me pasa, que en el momento que no sabe bien en qué momento la película es y resolver de otra manera también. No te tomás tampoco todos tus tiempos para resolver el cine, hay un momento que se tiene que resolver porque cuando empezó la cosa. Es como cuando aprendés a manejar y un día te tocó una ruta con mucho tráfico y una vez que llegaste hay que resolver y en otras también podés tomarte tu tiempo por resolver de otra manera, menos impulsiva o no pensar en eficacia, sino pensar para llegar a ese estado.

—Antes me decías que eras cinéfilo, ¿qué tipo de películas te gustan?

—He visto de todo, también de todos los géneros, no estoy yendo al cine mucho, pero sí, un pibe me traía de a diez películas a casa. Veo cine y películas de todas las épocas, estoy más enganchado con el cine no tan actual, siempre estoy atento a lo que me puedan contar cosas de cine. De pibe iba mucho al cine, inclusive en una época de Argentina donde daban dos películas en trasnoche y donde el cine convocaba. En ese caso de golpe ibas a ver una película y eran combos como Z y Estado de sitio juntas, era una aventura también, un ritual en donde los componentes de lo que es el cine, la sala, el sonido, la imagen, eso para mí es fantástico. Pero después se murió un poco todo eso con la pantalla chica.

—¿Y lo reemplazaste con algo?

—Con la actuación, claramente, y sobre todo en las actuaciones en donde participamos de lo creativo, como fueron los programas que hemos hecho en televisión, que son más autogestivos. Y aparece una idea de grupo que está con un lenguaje en común armando cosas creadas por nosotros. Eso en televisión ya es un lugar de privilegio y un lugar impensado para mí, porque jamás podía pensar que iba a vivir de la actuación, ni que podíamos hacer un programa con números pensados por nosotros. Y eso se lo debemos al menemismo (risas). Atravesamos procesos políticos en la televisión, con Todo por $2 fue justo el derrumbe de De la Rúa, y seguimos haciendo el programa en 2002 con una cámara que no filmaba afuera, no se podían hacer exteriores. Y fue la época del panelismo en la televisión, que ahora se repite, estamos en un lugar, no digo parecido, sino peor, pero que se le parece. Es como el monstruo que vuelve a revivir y de donde salen movimientos artísticos interesantes.

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