entrevista

Emilia Mazer: “Yo siempre fui libre”

La popular y talentosa artista disfruta del éxito de su obra mientras analiza el difícil momento de la cultura y los ataques del Gobierno.

Perdida mente regresa al Multiteatro (CABA) después de una exitosa temporada en Mar del Plata. Emilia Mazer es parte de este cuarto año y con ella hablamos para saber más detalles de la propuesta en la que comparte escenario con Leonor Benedetto, Iliana Calabró, Ana María Picchio y Mirta Wons, dirigidas por José María Muscari.

—¿Cómo estás viviendo la previa del estreno después de esta temporada tan exitosa con la obra en Mar del Plata?

—Bien, ya casi todo normal porque hace un año yo me incorporaba el Multiteatro y cuando unos meses después nos dijeron que salíamos de gira les dije a mis compañeras, estábamos todas este melancólicas que dejábamos el Multiteatro: “Van a ver que vamos a volver ahí, hay Perdida mente para rato, esto no baja, va a ser como Brujas”. Y, bueno, salimos en gira por el Gran Buenos Aires y en ese momento Carlos Rottemberg nos convocó para volver a hacer otra temporada en Mar del Plata y este verano, después de ganar el Estrella de Mar como mejor comedia dramática, Carlos quería proponernos volver al teatro y para mí fue como la confirmación de algo que personalmente sentía que iba a ser así, que no se terminaba, digamos. Mucha gente que asistió al teatro, obviamente facilitando todo el verano pasado con los precios accesibles, amigables, que puso Carlos, y supongo que esta temporada de invierno va a ser lo mismo en Buenos Aires, entonces bueno, tengo confianza, fe, ya el equipo está muy aceitado, es un placer trabajar con mis cuatro compañeras y siempre de la mano de Muscari, desde hace muchos años en muchos proyectos, y celebro cada vez que me convoca, así que lo vivo con felicidad realmente con mucha confianza, fe y felicidad, y lo que de alguna manera me da sentido a estar trabajando.

—¿Por qué creés que la obra sigue gustando y enganchando? Fueron cambiando de elenco y la gente las vuelve a elegir, ¿por qué creés que hay algo que tiene Perdida mente para que la sigan eligiendo?

—Mirá, si yo supiera cuál es la clave del éxito, sería productora inmediatamente. Creo que ni un productor sabe exactamente esa clave, la maravilla de este trabajo. Es que tenemos que encontrarle la vuelta a la incertidumbre, pero es una gran incógnita de aquí. Yo te puedo decir qué es lo que creo, el humor negro, sarcástico, que a veces sabe captar mucho la realidad que se está viviendo.

—Recién me hablabas un poco de la felicidad de ser parte de este proyecto, de que Rottemberg decidió mantener los precios amigables, también para que la gente se pueda acercar... Van a vivir un reestreno, pero ¿cómo se está viviendo desde tu lugar toda la situación sobre los ataques a la cultura que están ­existiendo?

—Con mucha tristeza y por momentos espanto, pero mi respuesta es seguir trabajando. Espero que se pueda. El tema de los actores, yo hablo desde ahí, pero cuando uno habla de teatro está hablando de cantidad de gente en el detrás de escena, el detrás de una imagen, en la difusión, en la creación de un espectáculo. Es mucha gente trabajando. Creo que el trabajo es sagrado, es lo que nos va a sacar adelante y cuando se ataca directamente al núcleo de ese trabajo, o a lo más visible, o a la punta del iceberg del trabajo, pasmada, me quedó sin palabras y lograron instalar el miedo a salir a protestar además, pero además la protesta es una manera que hemos tenido de defender lo nuestro y viendo que creemos en Argentina y sin justificación empezó a aparecer represión. Uno se puede encontrar con la resistencia a esa propuesta y la oposición, pero ¿la represión? Ya entramos en otros términos. Estoy tratando de entenderlos, entre lo que veo y quisiera no ver, y lo que creo que está sucediendo. Estoy tan pasmada como cualquier argentino porque hablás con otros que te dicen: “Ay, no sé lo que está pasando”, y no veo muy responsable no ver las noticias, obviamente las de los canales hegemónicos hay que ver otras noticias, lo que sube la gente, los videos, la filmación, porque obviamente hay canales de televisión que están tan celosamente embadurnados de la ideología oficialista que parecería que existiera el bien y el mal. Yo creí que ya habíamos superado hace rato como humanidad, o como sociedad ni hablar, así que vuelvo, pasmada, la verdad que se acota el trabajo, se acota mucho y creo que muchos artistas que han tenido mucho éxito, tanto en el cine como las plataformas, lo van a seguir teniendo porque hay un mundo hoy globalizado.

—Y nuestra cultura no para de recibir ­premios…

—Creo que se habla más afuera cuando hay actores que tienen la posibilidad, como Matías Recalt por La sociedad de la nieve o Joaquín Furriel. Yo creo que de afuera no deben creer que esto suceda, porque siempre nuestro cine, nuestro teatro, nuestra televisión, ha sido mirada con mucha admiración y respeto tanto por actores de todo Latinoamérica, de España, de todos los países de habla hispana, pero hemos sabido cosechar los mejores comentarios y premios en el exterior; pensar que casi no se va a poder hacer y que la razón es una guerra cultural aplasta. Lo han dicho, literalmente es una guerra cultural porque cuando empecinadamente todos dan alguna explicación, también me incluyo, los entes son autárquicos, tanto el Instituto de Cine como el Instituto del Teatro como la el Fondo Nacional de las Artes etcétera y uno dice y por qué lo cierran. Porque lo han dicho claramente, hay una batalla cultural, pero me aterra cuando se dejan entrar barcos de Estados Unidos por nuestra cuenca, fluvial y tenemos vendido todo en Argentina entonces digo, la guerra cultural que estamos dando lugar a que no nos pertenecemos más a nosotros mismos. Si es una batalla cultural, hay que batallar claro, era el lugar de resistencia, por el momento es el trabajo. Espero que nos sigan dejando trabajar, pero cuando enoja lo que tenemos los actores y lo tiene nuestro cine y nuestro teatro es que somos muy queridos por eso cuando aparece algún trol diciendo vayan a trabajar, sí, sí, trabajamos, me hace acordar a otras épocas cuando se consideraba que actuar o filmar, o dirigir una película, o tirar cables en una en televisión no es trabajar. Sí, es trabajo y si uno elige además un trabajo que le gusta hacer y tiene la posibilidad de vivir del trabajo que le gusta hacer no es ningún pecado.

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