“En la farándula no quedan personalidades, se terminaron los códigos y todo es efímero”

Así lo aseguró el emblemático periodista de espectáculos Cacho Rubio, quien dialogó con este medio sobre su carrera. La historia detrás de la mítica chalina de los Martín Fierro, su relación con Luis Miguel y su visión sobre el devaluado jet set argentino

Con paso por el Colegio Nacional de La Plata, donde dice con orgullo que fundó la primera revista de la institución, Cacho Rubio se convirtió en una eminencia del periodismo de espectáculos. “Empecé haciendo suplementos hasta que conocí a Gerardo Sofovich y Pepe Parada, que se pusieron de padrinos míos y me pidieron que los cuidara a ellos a cambio de que me dijeran quién es quién. La mejor inversión que hice en mi vida”, contó el reportero en diálogo con este medio.

Gracias al entorno en el que se manejó desde entonces y a su personalidad amistosa, logró sentarse en la mesa chica de muchas figuras de la farándula nacional de antaño, compartiendo cenas con artistas como Susana Giménez o Alberto Olmedo. Sin embargo, eso también le significó algún que otro dolor de cabeza por periodistas que intentaban escuchar lo que se charlaba en esas comidas, y así llevar agua para su molino. “Me robaron mucho, a veces, otros medios mandaban gente porque les ganábamos las primicias a todo el mundo”, aseguró Rubio. 

En este sentido, cuando tuvo que referirse a la actualidad del periodismo de espectáculos, fue contundente: “En la farándula no quedan personalidades, se terminaron los códigos y todo es efímero”. Es que, para Cacho opera una corriente de individualismo que a su criterio “empeoró con las redes sociales, y encima hay gente que toma notoriedad con eso, cualquiera puede decir cualquier cosa y, sacando a Susana, Marcelo Tinelli o Mirtha Legrand, no encontrás una personalidad que marque el ritmo”.

Por supuesto, Cacho Rubio elige pararse en la vereda opuesta, y con base en las enseñanzas de su padre, aseguró: “La humildad te abre puertas que ni el contacto ni el dinero pueden”. 

El oro azteca y la prenda blanca 

Gracias a su posición como presidente de la Asociación Internacional de Periodismo de Espectáculos, Cacho Rubio se hizo un nombre en el ambiente y logró ganarse el respeto de las discográficas que hacían lo posible por conseguir sus servicios como mánager. Así, logró que el padre de Luis Miguel le rogara para contratarlo.

“Le expliqué a su padre que no podía dedicarle el tiempo que necesitaba, y además no lo conocía, pero se ofreció a pagarme el doble de lo que ganaba y me convenció”, se sinceró el periodista, entre risas. Así, explicó su trabajo junto al artista, que comenzó con la promoción de las giras del cantante, bautizándolo como El oro azteca. “Iba dos o tres días antes para hacer la conexión con el periodismo de cada lugar y hacíamos el despelote”, contó.

Así, Cacho se convirtió en un gran amigo para la familia de Luis Miguel, que terminó obsequiándole una chalina blanca, esa famosa prenda de vestir que terminó siendo el amuleto de la farándula ante cada entrega de los Martín Fierro. “Empezó con Pablo Echarri, que me dijo voy por el de oro y por tu chalina. Ganó todo, y de ahí, cada uno de los que me la robó ganó un premio”, sentenció con orgullo.

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