Entrevista Exclusiva

Joaquín Furriel: “En situaciones complejas hay gente que rescata lo mejor de sí mismo”

Mientras espera el lanzamiento de la tercera temporada de El jardín de bronce y continúan las repercusiones por El reino, el intérprete estrena una producción en la que se repasa el pasado rioplatense.

Sin dudas el 2021 ha sido un gran año para Joaquín Furriel. A la repercusión que tuvo por su participación en El reino, de Netflix, donde encarnó un rol clave, se suma el estreno en HBO Max de la producción dirigida por Rafa Russo, El año de la furia. Allí encarna a un guionista televisivo que debe lidiar con la censura militar. Sobre estos proyectos, diario Hoy dialogó con él en exclusiva.

—¿Qué te aporta como actor volver a este género en donde ya tuviste experiencias previas?

—Es interesante ver todas las variantes que puede tener un mismo género, porque tratándose de un thriller policial, Marcelo Piñeyro encontró la manera para que también los personajes se comuniquen de determinada manera, se vinculen de determinada manera, puede ser un mismo género. A veces se permiten más localismos, otras veces menos, según lo que se busque, y acá se logró algo homogéneo con un elenco muy variado y diferencias de nivel interpretativo. Somos todos diferentes y entramos en una misma frecuencia, y eso es hermoso.

—¿Qué fue lo más difícil de encarnar del personaje?

—En el caso de Rubén Osorio, es una invitación a tener el permiso de hacer todas las cosas que uno nunca haría, tengo un personaje para hacer todo lo que me parece tremendo, fue jugar un poco ese rol.

Es un personaje que desde la mirada externa está invadido por oscuridad, pero él, seguramente, entenderá que está lleno de luz, porque está convencido de lo que hace, es superpragmático. Es uno de los personajes más contrastados de la serie, demostrando también la amplitud de la interpretación. Por ejemplo, el personaje que hace Nancy (Dupláa), me da mucha tranquilidad como espectador encontrar un personaje que tiene nobleza, porque cuando, como espectador, detecto que hay tantos matices, me gusta, pero me gusta más que haya personajes que me generen esperanza como espectador.

Marcelo Piñeyro y Claudia Pi­ñeiro escribieron muy bien eso, sabiendo que los personajes no la pasan bien pero pueden tener revancha, creyendo que cuando uno no hace las cosas tan bien no tiene la posibilidad de esa revancha. No sé si es optimista o un poco ingenuo lo que digo, pero son cosas que me pasan de manera muy primitiva cuando veo algo.

—Y en el caso de El año de la furia…

—Mi personaje ya tuvo un año de la furia antes del año de la furia, ya habían operado en él, en su cuerpo, me parecía interesante lo que me proponía Rafa. Las escenas con Alberto, que es el personaje que va para adelante, y el mío es el que está tratando de quitar ese velo que uno tiene muchas veces en la vida. Cuando filmaba la película, tenía la idea de que cuando el agua hierve la rana salta, pero cuando el agua está fría y se va calentando de a poco tal vez no tengas la oportunidad de saltar.

—¿Cómo es participar de una producción extranjera que toca tan de cerca nuestra realidad e historia?

—Fue bastante diferente cómo se armó el plan en Uruguay que en la Argentina, en muchos aspectos, pero el más significativo es que el Plan Cóndor co­mienza con la Triple A, pero siempre estuvieron los militares muy involucrados en la dictadura cívico militar que comienza en 1976. En Uruguay fue diferente porque el ­mis­mo gobierno democrático instala métodos de represión. Lo interesante de la película es que entendemos muy bien lo que pasó en Uruguay, no hay mucha diferencia, inclusive culturalmente, para mí hay un país “rioplatense” a nivel cultural y político también, y dialogamos con él. Filmando en Uruguay no sentí que hacía un trabajo antropológico encarnando a un personaje diferente a mí. Para nada. Nosotros, gracias al guion, nunca sentimos el peso de lo que se estaba trabajando, y más en la actualidad, donde hay un sistema que está destrozando todo. En la película hay valores como la amistad, el honor, el valor, hay personajes con contradicciones, pero todos entre todos ­armamos ese año de la furia, hablando de cómo en situaciones complejas hay gente que rescata lo mejor de sí mismo. Esta película es hermosa en todas las áreas. Fue extraño, sí, que es una película española, con una ­problemática uruguaya, con actores argentinos, uruguayos y españoles armando un relato de ficción ­precioso.

—¿Cuál es la escena más difícil que te tocó hacer?

—La que más me costó filmar es más emocional, y es la del falso fusilamiento, con los ojos tapados, la recreación, viendo cómo estábamos vestidos, un poco me fui y sentí un poco qué les pasaba a esos jóvenes, físicamente fue un día en el que hubiera preferido no ponerle el cuerpo, porque pensás un poco lo que vivió esa juventud, lo que es el miedo.

—¿Qué devolución tuviste del personaje durante el estreno en España y otros países?

—Esta película me reúne con colegas con los que trabajé anteriormente. Con Maribel (Verdú) hice una película, con Martina (Gusmán) dos, con Daniel (Grao) hicimos otra y con Sara (Sálamo) también, y me pareció muy significativo contar esta historia con ellos, formando un grupo muy lindo. Destaco el trabajo de Daniel y Martina, que tuvieron un trabajo muy difícil, y los vi construyendo ese vínculo, la entrega que tuvieron para meterse en zonas oscuras. Y a Alberto (Ammann) lo sumé a mi grupo de gente que quiero mucho y ahora estoy expectante por que la gente de la región la vea, porque es una película que hicimos con mucha entrega y mucho amor, y para mí El año de la furia empieza ahora con el estreno en HBO Max.

El reino, la fe, doble moral y la polémica

—La fe, con la doble moral, que se va introduciendo en espectáculos masivos de entretenimiento, necesita un proyecto que permite desentrañar con mirada crítica aspectos de la sociedad. Cuando leíste el guion de El reino, ¿cómo fuiste viendo esto?

—Creo que cuando el entretenimiento logra atravesar capas de reflexión, más allá del entretenimiento en sí, es algo muy sublime, no se da muchas veces, a veces logras hacerlo con una película, una ficción o un unitario. En este caso, El reino es una buena propuesta para que eso suceda, cuando leí los guiones tuve esa sensación. Creo que además la serie tiene muchísimo humor, específico del absurdo, y eso lo disfruté como espectador, ves que hay algo extremado, ¿o acaso no estamos viviendo en un momento de la historia en donde sentimos que todo está extremado? En donde decís: “No puede ser tan obvio”.

De tan obvio pasa a ser extremado y absurdo, por eso creo que la serie tiene una gran contemporaneidad y quiero ver qué pasa con la serie, porque creo que abre al comentario, tocando a quien tenga que tocar, y es interesante lo que puede llegar a pasar desde el estreno.

Componer un rol casi autobiográfico

—¿Cómo fue encarar a este guionista que seguramente tiene mucho del director, que también es guionista?

—Fue un beneficio porque tenía muy en claro qué había que hablar y cómo hablar, facilitando mucho cómo actuar. Algo que me gustó mucho fue el vínculo con Alberto para lograr la distancia de los personajes y cómo reflejar el amor por lo que hacemos. Mi personaje encarna una metáfora, está en su cuerpo y en su historia, la creatividad, cuanta más opresión y violencia hay, es una hermosa responsabilidad para encontrarle la vuelta. Los personajes buscan eso a través del surrealismo para no silenciarse.

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