“La edición artesanal y la autopublicación tienen la ventaja de sumar voces”

Durante una entrevista íntima con este multimedio, el escritor Eric Schierloh reflexionó sobre las bondades del oficio que lleva adelante.

En diálogo con este multimedio, el editor, escritor y gestor cultural Eric Schierloh presenta las fortalezas de Barba de Abejas, el proyecto gráfico que lleva adelante y que cuenta con un majestuoso catálogo.

—¿Qué sensaciones lo recorren cuando viaja por trabajo?

—Para mí, el trabajo de dictar seminarios tiene que ver con una política editorial y traigo muchas experiencias. Estoy muy contento porque después de dos años que estuvimos encerrados, poder volver al camino siempre es bueno.

—La editorial Barba de Abejas ya cumplió diez años, ¿cómo comunica esto que hace?

—Por suerte, viene muy bien. Desde hace un tiempo hasta acá noto un interés muy fuerte que creció yes cada vez más visible. Siento que la autopublicaciòn quizá estuvo marginada, quizá tuvo una carga peyorativa pero también el universo industrial de la publicación fue demostrando progresivamente sus falencias. Además hay una especie de pulsión que tiene por reprimir ciertas cualidades que, yo creo que todos tenemos, en este caso la manufactura de un soporte. Por ejemplo, la manufactura de un fanzine, un afiche o un libro objeto. En principio siempre hay una relación muy interesante de intercambio de experiencias y noto que es algo que está en franco crecimiento. Así se puede publicar y distribuir de formas más humanas. También se abren otros juegos. Sin dudas la edición artesanal y la autopublicaciòn tienen la ventaja de sumar voces. Es decir esto trae nuevas dinámicas, otros juegos en lugar de los contratos, acuerdos, implicancias más allá del texto. También entran los talleres que es una forma de permitir la apertura de las puertas. Hoy con una impresión y una mesa no hay publicación que no sea posible.

—¿Qué mundos te conmueven a la hora de escribir?

—Sin dudas la escritura es una fuga hacia adelante, al menos como la entiendo, uno se acerca y se apropia de espacios que, en general, tienden a estar un poco más limpios de la contaminación en la que todos vivimos. También me interesa todo lo otro que está contaminado, es decir la escritura con las redes sociales, el error, la apropiación. Esto de hacer un dispositivo libro para que salga a rodar al mundo. Cuando empecé más en profundidad con este universo, me di cuenta de que la escritura era un universo complicado en el mejor de los sentidos, que me llevaba a pensar un montón de otras cosas a las que supuestamente los escritores delegan en el sistema industrial de publicación. Es decir, cómo va a ser el ejemplar, la tapa, el formato, el papel, la encuadernación y el sistema de distribución. Pienso en cómo será el próximo libro.

—Otra de las aristas que atraviesa es la traducción…

—La traducción, desde un principio, fue parte inherente de la escritura. Me reconozco como una suerte de traductor fallido si se quiere porque, si bien trato de ser fiel al original, para mí la traducción es una versión que, incluso, puede ir cambiando a lo largo del tiempo. Con esto quiero decir que puedo traducir una obra en inglés que data de 1850 y un texto del 2020 reconociendo ahí que existe algo a cambiar, a transpolar. Este empleo de las palabras tiene muchas aristas, a otros espacios. La traducción inevitablemente tiene escritura encima. También hasta ficción podría ser.

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