La mudanza, una fuente de estrés

Cambiar de casa a menudo se vive como una prueba para el sistema nervioso. ¿Por qué es tan desestabilizante? ¿Cómo hay que adaptarse a un nuevo entorno?

Muchos estudiantes entran y salen de la ciudad todos los años y ésta característica es el punto de partida para debatir el tema de hoy: las mudanzas. Si, todos los días, durante todo el año, en La Plata hay gente buscando un nuevo techo. Lo que muchos no saben, es que esa acción, que a veces invita al cambio, al empezar de cero,  a la “casa nueva, vida nueva” tiene un daño colateral muy grande: el estrés que causa mudarse.

Según varios estudios, la mudanza ocupa el tercer puesto en la clasificación de los factores que causan estrés y debilitación, por detrás del duelo y el despido laboral. Cambio de horarios, gestión larga y minuciosa de los detalles administrativos... una mudanza es también el origen de un trastorno profundo en el plano emocional. 

No importa si te mudas a otra región, a un pueblo lejano o a la calle de al lado. Mudarse significa romper con un modo de vida, con hábitos y un entorno familiar. Aunque puede corresponder a una necesidad de pasar de página, a veces se asocia al miedo de no reencontrarse con el pasado (unos vecinos agradables y condescendientes, un hogar confortable, un entorno agradable...). 

Según dijo a Hoy la psicoanalista Vanina Paschetta, especialista en casos de fobias y estrés, “algunas personas remiten el estrés de la mudanza a las separaciones vividas durante la infancia, mientras que otros creen que un cambio en la existencia lleva siempre a la famosa ruptura original,  el momento en que el niño abandona el vientre materno por lo desconocido”. 

¿Cómo prepararse para el cambio?

“Para  aceptar con serenidad el cambio de situación es importante decir adiós al hogar, al barrio y a la gente a nuestro alrededor que nos ayudó con el paso de los años. Muchas personas tienden a concentrarse sólo  en el aspecto material, por miedo a sufrir por la separación. Por lo tanto, no hay que dudar en dar una última vuelta por el edificio o la residencia, intercambiar cuatro palabras con los comerciantes y despedirse de los  vecinos”, afirmó Paschetta.

Mudarse también significa hacer limpieza en tus asuntos y en tu vida, por lo que la mejor manera de llevar adelante este proceso es con la mente abierta y como una aventura en donde todo puede pasar y el único que decide que camino tomar es uno y nadie mas.

Pasos para que no nos ganen los nervios

Contar con el tiempo suficiente: Si es posible, hay que comenzar con el trabajo unas semanas antes. Todo va a depender de las gestiones que haya que realizar y de la cantidad de pertenencias que haya que trasladar. Evitar mudarse a prisa y corriendo en el menor tiempo posible.

Organizarse: Incluso cuando no seamos aficionados a hacer listas de tareas, en este caso es recomendable hacer una excepción. Esto tiene dos grandes ventajas: asegurarse de que no olvidamos algo importante y ajustar las tareas al tiempo disponible.

Deshacerse de lo innecesario: Llegamos al “momento físico” del plan. Hay que ir empaquetando bártulos, pero quizás haya algunos que no merezcan la pena llevarse, bien porque se trate de objetos inútiles o porque supongan un ancla en el pasado. Hay que ver este momento como una transición positiva, dejando atrás lo que no sirve para dar paso a lo nuevo.

Pedir ayuda: todo este proceso es mucho más llevadero cuando se comparte. Especialmente si la mudanza es en familia, es preciso que se involucre cada uno en la medida de sus posibilidades. Y, si algún amigo quiere ayudar, bienvenido sea también.