Los Brujos: “Estuvimos separados como banda, pero no como familia”
Fue uno de los grupos más importantes de los años 90 gracias a sus recitales viscerales y caóticos. Volvieron a reunirse después de 17 años, grabaron un disco y vendrán a presentarlo a la ciudad la noche del sábado
Desde sus inicios, a fines de los años ochenta en el Sur de Gran Buenos Aires, la épica que destilaban las canciones de Los Brujos, con historias que van desde cronopios cortazarianos hasta monjes malvados, se complementaba con intensas presentaciones en vivo y recursos estéticos a tono: disfraces de esqueleto, peinados cónicos y sombreros con cuernos, entre otros. No se anclaron nunca a nada e incluso sus integrantes se reconocían de manera diferente, según las etapas.
En diálogo con diario Hoy, Gabriel Guerrisi (Etna Rocker, su actual alias) guitarrista y uno de los principales compositores de la banda, habló sobre su historia y la presentación que realizarán este sábado (en 58 entre 10 y 11) junto a Sick Porky.
—Durante 17 años estuvieron separados, ¿cómo fue el regreso a los escenarios?
—Fue un flash. Estuvo buenísimo. Durante todos los años que estuvimos separados como banda, nosotros nos seguíamos viendo porque somos familia. La vida misma nos hizo hermanos y además compartimos lazos de sangre cruzados. En ese lapso de tiempo, algunos integramos las mismas bandas, es decir grupos paralelos.
En 2013, en alguno de todos los encuentros con Los Brujos, comenzó a salir el tema de nuestro regreso. La intención era sacar un disco que había quedado dormido en 1998, teníamos grabada más de la mitad del álbum, de esta manera pensábamos tener un gran cierre como banda. Sin embargo, resultó ser todo lo contrario porque terminó abriéndose una gran puerta a otra dimensión. Durante este proceso, se renovaron las energías, nacieron las ganas de volver a tocar, se encendió el robot y empezó a caminar.
—¿Son un grupo autogestivo o prefieren delegar en un sello todo el trabajo de producción?
—Al principio fuimos una banda independiente, editábamos discos en vinilo que repartíamos en cada presentación o mientras caminábamos por la calle. Durante los años 90 firmamos con Sony y lanzamos algunos trabajos. En la actualidad contamos con el trabajo de una agencia especializada que se encarga de esas labores aunque nosotros tenemos una gran participación. Con ellos programamos los shows y los pasos a seguir, entre otras cosas.
—¿En qué momento surgió la importancia por la estética de Los Brujos?
—Desde el primer día, porque nos gustaban los grupos que hacían puestas en escena, como por ejemplo Kiss. Siempre nos atrajo el tema de las vestimentas, los brillos, el juego con las luces. En un principio lo íbamos a hacer solo por un par de shows, pero con el tiempo se instaló y se fue desarrollando hasta ser una parte habitual. Una diseñadora muy reconocida es la encargada del vestuario y es quien nos acompaña desde siempre.
—Nunca pudieron catalogarlos dentro de un solo estilo, ¿qué opinás sobre esto?
—Es que nosotros siempre tratamos de escaparle a los estilos. Intentamos buscar el “modo brujo”, huimos de los clichés y si los adoptamos es por mera diversión o para explotarlos a nuestro favor. Es por ello que generamos un grupo con una fuerte personalidad.
—¿Qué diferencias notás entre los shows de los años 90 y los que brindan ahora?
—Esta vez somos menos físicos y más mentales, más sabios. Antes salíamos al escenario de forma caótica, era salir a una batalla que no se sabía dónde terminaría, ahora le damos lugar a la locura, pero de otras maneras.
—¿Qué es lo que no puede faltar en una presentación de Los Brujos?
—Vibración, desorden y emoción. Es más, siempre dejamos la puerta abierta para el caos, para lo desconocido, para que suceda algo especial en cada noche. Queremos que la gente genere un punto de vista diferente, que luego llegue a su casa y haya estado en un lugar mágico, que los ayude a ver cosas de la realidad, ese es nuestro principal aporte. Otras bandas tienen discursos que apelan, por ejemplo, al cotidiano, al dolor, al golpear e ir abajo, donde está la llaga. Nosotros hacemos todo lo contrario.
—Después de todo lo vivido, ¿qué definición actual tenés de la banda?
—Somos un grupo de artistas que disfrutan mucho. Los Brujos es una unión de músicos individuales que se juntan y se potencian. Hemos pasado por muchos momentos.
Cuando un amigo se va...
La gira del retorno de Los Brujos se vio interrumpida el año pasado por la partida física de uno de los cantantes, el ecléctico y polifacético Ricky Rúa, quien tras una larga enfermedad (mantenida en secreto desde la confirmación de la vuelta) los abandonó en la búsqueda de “nuevas galaxias” el 16 de junio.
Esto no los detuvo, sino todo lo contrario: batió ese cóctel de energías y configuró así el incipiente nuevo camino de esta banda atemporal y cambiante.
—¿Cómo fue seguir sin Ricky Rúa?
—El proceso fue terrible y aún hoy lo estamos transitando. Durante los últimos tres años que anduvimos con él, sabíamos que iba a terminar de esta manera. Nuestra meta fue disfrutar, estar juntos, vivir cada momento, bajar del escenario y ser felices porque logramos disfrutar una fecha más. Él nos dio lecciones de vida, de dignidad. Nunca frenamos porque Ricky así lo quiso. La idea es seguir y celebrar haber tenido semejante amistad, él siempre va a estar entre nosotros. Debo confesar que una parte nuestra murió con él y otra parte aún vive en nosotros. Lo llevamos presente en cada show. Nos queda su legado musical.
Una discografía mutante
Del descontrol adolescente de Fin de semana salvaje (1991), con producción de Daniel Melero, colaboración de Gustavo Cerati y la fuerza de un megahit como Kanishka, el conjunto mutó rápidamente al terror y la oscuridad de San Cipriano (1993). Allí desplegaron historias sobre vudú, chamanes y otras temáticas. En 1995 grabaron Guerra de nervios, con una presentación en un idioma extraño que disoció esa búsqueda aún más: “Los Brujos no tienen problemas porque vienen de otro planeta”, rezaba. Al mismo tiempo, narraba aventuras dignas de películas de bajo presupuesto, como extraterrestres que traen mensajes de amor o recetas de tónicos para viajar a otra dimensión. Pero en ese momento las energías entre sus propios miembros colapsaron y decidieron no continuar más juntos. El último show de la primera etapa fue en San Bernardo, en enero de 1998.
Con hijos, más canas, menos intensidad, pero con un estilo musical propio e inherente a su estética, en 2014 se dio el resurgimiento de Los Brujos, que comenzaron a captar a nuevas generaciones. Pong! (2015) su último disco, presentó una nueva faceta de la banda, con aires de masonería y logia conspirativa.