Entrevista Exclusiva

“Los músicos independientes somos víctimas de un imperialismo cultural cada vez más acentuado y desigual”

En diálogo con este multimedio, Candela Cibrián reflexionó sobre la escena contemporánea, y también presentó su nuevo proyecto artístico.

Curiosa e inquieta, Candela Cibrián es integrante de un clan de artistas por excelencia en nuestro país.

Gracias a su esfuerzo y perseverancia, logró convertirse en cantante.

En diálogo con este multimedio, recorrió su carrera, pero además presentó su nueva obra compuesta por el single Sin miradas.

-—¿Cómo surge tu proyecto más novedoso?

—Sucede a partir de una propuesta que tuve por parte del sello Pirca Records para firmar con ellos por un repertorio más mainstream. Convoqué a mi actual socio y coproductor Santiago Iezzi (con quien siempre tuve afinidad musical) para trabajar sobre unas canciones que yo ya tenía escritas y empezamos por la más hitera que fue Rude girls. En el camino nos dimos cuenta de que nos gustaba hacer música más original, arriesgada y personal y desistimos a la idea de firmar con un sello grande. El seudónimo Fenna Frei nace a partir de la necesidad de no solo un reinicio de mi recorrido artístico hasta ese entonces (había trabajado con mi tío en Drácula y mi apellido inevitablemente remite a ese mundo), sino de un nombre que se relacionara sonora y conceptualmente con mi música. Estoy presentando el single Sin miradas, canción que surge luego de un año de decidir no componer para poder procesar toda la información que estaba absorbiendo sobre la realidad de nuestro sistema y nuestra relación con el planeta a partir de la pandemia. Fue una ruptura del ego e identitaria muy fuerte. La canción nació una noche de verano en la que, mientras tocaba el piano, empecé a escuchar aplausos. Venían del bar de la esquina de casa y se filtraban por mi balcón, despertándome una infinita melancolía. Me di cuenta de que nunca había pasado tanto tiempo sin dar ni recibir un aplauso. Sabía que estaba muy lejos de eso y sentí envidia de toda esa gente. A esta sensación de nostalgia y ausencia de ese “algo” irremplazable, se le sumaban todas las reflexiones que tenía acumuladas hasta el momento. Eso es Sin miradas, la vulnerabilidad de abrir un corazón confundido e inseguro sin filtro. Actualmente acaba de ver la luz Los límites, un EP que produje de la artista francesa Agathe Cipres al cual le aposté mucho desde un principio. Su música me parecía hermosa, ella muy especial y me sentí muy afortunada de poder arreglarla y producirla. Les recomiendo que la escuchen, ¡no se van a arrepentir!

—¿Cuáles son los mensajes detrás del arte de tu alter ego, a quien decidiste llamar Fenna Frei?

—Un universo que no te remite a ningún lugar conocido. Un mar de sonidos y texturas hipnotizantes que te invitan a sumergirte, que van más allá de la canción. La ruptura, lo inesperado, el misterio. Fenna Frei también busca ser poesía, irregularidad, ensueño, surrealismo, sensualidad, noche, androginia.

—¿Cuál es la visión que tenés de la escena actual?

—Los músicos independientes somos víctimas de un imperialismo cultural cada vez más acentuado y desigual, que a su vez ya está golpeado por el fin de la industria discográfica, a un país tan devenido económicamente como el nuestro hay que restarle esos escalones de pobreza y marginalidad de las cuales, sabemos, no tenemos escapatoria (a no ser que contemos con una sumatoria de privilegios). Quienes no tienen la posibilidad de financiar sus propios proyectos y giras están en una situación muy desmotivante porque saben que el “éxito” o, mejor dicho, la llegada de tu música a una audiencia interesada y/o medios de comunicación, no depende de tu talento sino de tu cuenta bancaria, contactos, cantidad de followers y herramientas para generar tus propias campañas de marketing. Incluso quienes pueden hacerlo tampoco se garantizan nada más que alcance y algunas “oportunidades” por aquí y por allá. Creo que siendo independiente, a lo más que podes aspirar a nivel popularidad en este país, es a tocar en Niceto y en los festivales más conocidos. Nada de eso te dará un ingreso económico estable ni te hará cruzar una frontera. Estamos en un camino que, con los nuevos paradigmas de las redes sociales y plataformas digitales, se rige más por números que por contenido artístico.
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—¿Cuáles podés decir que fueron las fortalezas que te dio pertenecer a un clan familiar tan rico artísticamente hablando?

—Fue un enorme privilegio crecer en una familia donde el arte no solo no era un tabú, sino moneda corriente. Padre y madre de mucha apertura mental y, por el lado de mi familia materna, toda el ala musical que marcó mi vocación. Siempre digo que el gen Cibrián es uno que se lleva todo por delante (en el buen y mal sentido, ja) y trae consigo la necesidad de trascender, de dejar tu propia huella y de ser auténtica. El amor y el respeto por un escenario y el compromiso y, sobre todo, la autoexigencia (cómo duele). Sin dudas siento todo esto muy presente en todo lo que hago.

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