entrevista

Luciano Cáceres: “La ficción es un espacio que hay que sostener”

Dueño de un talento y un carisma únicos, el actor se enfrenta a varios desafíos en simultáneo con roles diferentes entre sí.

Luciano Cáceres no descansa. En menos de una semana estrenó la serie Frágiles, de StoryLab en Flow, presentó Buenos chicos en El Trece, rodó una película en Madrid y tiene pendiente de estreno dos proyectos junto a Eduardo Pinto. Dialogamos con Cáceres en exclusiva para saber más sobre su trabajo.

—Estás en un gran momento ­laboral...

—Y bueno, cuando hay laburo hay que hacerlo, después de la pandemia que vivimos, que nos paralizó a todos, de alguna manera estamos activos otra vez, si se puede, y es tentadora la propuesta y hay algo ahí que yo pueda aportar, voy a estar, tanto en las producciones grandes como en la más pequeña y sigo pensando en cosas independientes y ahí estamos. Es un poco mi espíritu, el de siempre. Lo que pasa que a veces estás obligado a frenar o los tiempos no te lo permiten.

—Estrenaste Frágiles, Buenos chicos... ¿No tenés inconveniente en seguir trabajando de esta manera? En estos últimos tiempos se habló mucho de que los actores no se quieren comprometer a tiras nacionales porque les pagan más afuera...

—Bueno, lo que pasa es que también es un espacio que hay que sostener. Digo, ante la convocatoria de Pol-ka y saber que es la única tira que hay en este momento y si uno la puede hacer, también es cierto que en este caso puntual es una historia muy coral en donde los protagonistas son los pibes y nosotros somos como protagonistas de la historia adulta, los tiempos permitían que uno se comprometa a hacerlo. Hay jornadas y jornadas y lo que es una tira diaria tiene también eso, que siempre a las seis de la tarde te enteras cómo va a venir tú día siguiente, pero a mí me divierte, me organiza mucho, es un laburo ahí que sabes que son en este caso nueve meses en donde de alguna manera los horarios son bastante similares y está bueno el personaje que tengo que hacer, siempre hay algo ahí que me llaman para componer un rol y a mí me gusta.

—Y está la posibilidad igual o te permiten esto de que estás hace tiempo ya filmándola, pero que si sale, por ejemplo, como fue lo de Madrid, donde fuiste a filmar, o sea, poder ir y volver y sumarte de nuevo...

—Se sabía de antemano, entonces en el momento de cerrar el contrato ya estaban pedidas las fechas. Obviamente si no les caotizás toda la producción. También nos permitió de arranque saber que no salía automáticamente al aire entonces vamos a salir con casi 40 capítulos cerrados al aire entonces eso ya es un mes y medio, no es que estás con como se suele salir con 10 capítulos y la locura del aire que te empieza te empieza a comer la grabación. A mí me ha pasado con Graduados de grabar para el mismo día por ejemplo.

—Pero igual hace un tiempo que se está haciendo esto de grabar anticipadamente y que también por ahí para ustedes está bueno porque no es que hay un timonazo de ­personaje...

—Tiene sus pros y sus contras para mí porque la tira tiene ese margen de maniobra, si bien el arco del personaje ya está definido, la historia con quién te vas a quedar para dónde vas a ir digamos, porque la biblia está, siempre el aire ayuda para saber qué funciona. Yo he tenido suerte siempre con el aire. No sé si puedo decir que a todos les ha pasado, pero me ha pasado con personajes más pequeños que de golpe han crecido mucho por cómo funcionaban al aire. Ahora no tenemos esa maniobra.

En Buenos chicos es resólida la historia, están muy bien los pibes, básicamente es la historia de unos pibes que por defender a una de las chicas que sufre ahí como un intento de abuso, se van todos a la casa donde ocurrió y la hacen pelota y delinquen y de alguna manera ese acto que fue medio festivo y de euforia los empieza a meter en unos líos interminables, porque para zafar de eso tienen que hacer otra cosa y empiezan a estar apretados por distintos personajes. Entonces es una vorágine que en principio, paralelo a sus padres, pero después van a necesitar ayuda de sus padres también. Entonces ahí es donde empezamos a operar los adultos que en principio estamos como en paralelo pero después estamos todos mezclados en la misma historia.

—Hablemos de Frágiles...

—Un poco siempre la temática me interesó y de distintas historias que hay y que uno ha repasado con el tiempo. Por eso también está bueno el salto temporal que hace la serie, en donde la sitúa en 1995 de arranque, que con el origen de esta comunidad que mi hermano sufre como doble personalidad y empieza a tener este delirio de armar esta secta del fin del mundo, porque tanto se habló con la llegada del 2000 y después otras fechas también, según el calendario maya, por ejemplo. En ese pasado, digamos, la secta está liderada por mi hermano y esa locura. Ahí se cometen una serie de asesinatos que logró tapar en ese fin de milenio y veinte años después la comunidad anda bárbaro, no tiene ese delirio místico pero sí hay como una lavada de cabeza, un este deshacerse de los bienes materiales para este lugar ideal de rehabilitación, de paz, sustentable y demás pero la llegada del personaje de la que veo que tiene pasado, en la infancia, en lo que fue la otra comunidad, la anterior, la que lideraba mi hermano, viene a despertar y a sacar a la luz todo eso que taparon.

Ser padre y acompañar procesos

—Me gusta mucho ver el vínculo que tenés con tu hija Amelia. Contame un poco cómo es...

—Ahora Amelia está enganchada con Merlí, y está ahí preguntándome cosas de filosofía y tiene 13 años y está copada con el rock nacional. Obviamente vio la serie de Fito y ahí le activó otras cosas. Pero después está la Amelia candidata a presidente del Centro de Estudiantes y está en segundo año. Entonces está muy metida en la defensa de las causas justas y de defender sus ideales. Y después va a una escuela de artes, o sea, va a un secundario y está todos los días bailando cuatro horas y tiene folclore. Desde el año pasado yo la veo con 12 años bailando malambo en el living de mi casa, y es una nena de 12 años que escucha malambo y me dice: “Mirá qué linda chacarera, y mirá esta zamba, papá, mirá lo que dice la letra”.

Está haciendo su propio camino y me encanta, porque por ahí no es tan normal que a alguien de su edad le interese otro tipo de ma­teriales que son de mayor consumo, no quiere decir que esté ni bien ni mal, pero tiene una apertura que a mí me encanta, y también con lo lúdico, y cómo de golpe me acompaña a mí a grabar y a ver una obra. Ya debutó en El de­sarmadero y próximamente te vas a enterar porque va a hacer una participación en una serie. Va a estar ahí haciendo sus primeros pasos, y sola, no porque en la otra estaba yo y de alguna manera, como estábamos en pandemia, filmamos El desarmadero. Acá hizo cua­tro castings para quedar en ese rol. Está haciendo su caminito y su búsqueda de su propia verdad y de su deseo y de lo que le gusta. Yo estoy fascinado con todas las charlas que tenemos a diario. Es muy importante para mí.

—Y estás bancando, porque viste que también hay hijos o hijas de padres en el mundo artístico y le dicen: “Dedicate a otra cosa”...

—No, de alguna manera la situación por ahí de los padres es como pedir que los pibes laburen y a veces los pibes sostienen a la familia, ¿viste? En este caso no está esa necesidad, la búsqueda es más artística, más personal, empezar a tener sus primeras experiencias, sabiendo que el colegio no se abandona, que sus etapas no se saltean, que su espacio digamos de comunidad, de jóvenes y su relación con sus compañeros sigue estando. No es una niña que trabaja como adulto, que se mueve como un adulto. No, es una niña con cosas de niña, con sus primeros amores, con sus primeros píos, con lo que le va pasando con su cuerpo. Digo, ninguna intención de saltar ninguna etapa.

Trabajar con compañeros y reflexionar sobre cultos

—¿Cómo fue volver a trabajar con algunos compañeros de elenco?

—Me encanta lo que hacen mis compañeros. Grandes revelaciones así para mí, porque con Carla Quevedo no había laburado nunca, la verdad que está muy bien y después Ludovico Di Santo, Male Sánchez, que está increíble, Ludo está en otro registro la verdad que está bueno, está bueno, el riesgo damos re bien de hermanos, esto me encanta también y bueno con StoryLab yo no laburaba con ellos desde Estocolmo que me encantó hacer, que fue la primera serie argentina que se pasó por Netflix y siempre quedó pendiente seguir.

—Fue la primera serie de Jesús Braceras, que ahora está haciendo maravillas por todos lados...

—Exactamente. Así que estuvo bueno volver a laburar, se acomodó el nivel de la agenda y lo pudimos hacer. Y estoy contento, ojalá la gente la vea. Hay una idea de segunda parte, así que va a depender de las visualizaciones, eso que ya sabemos, de cómo es el país también. Los algoritmos y todo. Vimos un montón de documentales de donde se tomó la inspiración, de estos lugares que parecen ideales y son terribles. Y después la premisa fue, digamos, tuvo que ver con la pandemia, hablar como de la fragilidad, de cómo de golpe podemos ser muy manipulados, obedientes ante algunas situaciones límites. Todos estos personajes que llegan acá son personajes muy frágiles, en el presente por ahí más relacionado a las adicciones o a otro tipo de dependencias. En el pasado buscando una verdad que en el cotidiano no se encontraba y de alguna manera a veces somos muy fáciles de engañar.

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