Pablo Vierci: “Es la adaptación de una historia que me acompaña desde siempre”

La sociedad de la nieve, una película que muestra los relatos de sobrevivientes de un accidente aéreo en los Andes.

Una de las grandes películas de este año es La sociedad de la nieve, de J.A. Bayona, que el 14 de diciembre llega a las salas de los cines y el 4 de enero se estrena en Netflix. La propuesta está inspirada en el libro homónimo de Pablo Vierci, editado por Planeta, con él hablamos para conocer más detalles del emocionante relato.

―La película hoy existe gracias a tu trabajo y tu investigación...

―Sí, yo además figuro como productor asociado en lo creativo y, específicamente, es la adaptación de una historia que me acompaña desde siempre. Conozco a los personajes, con quienes tengo los mismos recuerdos y memoria colectiva. Esos son los chicos con quien nos formamos hasta los 21 años, después las vidas cambiaron, yo estuve un tiempo fuera, pero siempre mantuvimos el vínculo y la amistad, o sea, incluso mis amigos de hoy son los de los de la época. Hablé con Nando Parrado hace cinco minutos por teléfono. Entonces creo que la película que es libre y en la película en cierto modo es posible mantener ese grado de realismo por coincidencia. Es una circunstancia absolutamente fortuita en la cual no tengo mayor mérito que la cotidianeidad, o sea, los hechos de la vida dieron que yo fuera de este grupo de los vivos y de los muertos. En los libros, lo que es importante para la película es importante para el libro y es importante para mi motivación. Yo tengo dos libros sobre esto, porque soy de los pocos que los conoció a los 20 años. A mí me gusta escribir o me gusta poner en palabras lo que uno vive. Cuando escribís, capturás mejor ideas que están como difusas y el ejercicio de escribir para mí es concretar, es hacer un proceso, es concretar lo que está difuso y lo aprendes mejor, lo aprendes y vas avanzando. Por eso es apasionante, porque en el fondo es como estar en un viaje, es un viaje permanente que no sabes cuál es el destino. Escribir ayuda especialmente para los que hablamos rápido, hablamos mal, te ayuda a poner conceptos en emociones, lo que está difuso, eso que no logras entender. Ayer hablaba con el hermano de uno de los que murió en los Andes, y me decía que no podía todavía hacer el duelo de su hermano, y yo creo que es por las circunstancias peculiares en ese accidente, la sociedad de la nieve que se construyó allá arriba, y uno es un símbolo chiquitito. Son 45 en el medio de los Andes argentinos, es un símbolo del hombre, eso es mucho más acuciante. O sea, la muerte es normal, cuando somos veteranos, para mí es mucho más normal, que por eso los amigos de estos chicos nunca, después cuando conoces los Andes argentinos y chilenos, como no se encontraban, para mí no estaban. No estaban vivos, pero tampoco estaban muertos y eso por esa edad, los veinteañeros no mueren, morimos nosotros.

―En el prólogo hay algo interesante, que también es lo que le interesó a Bayona, de esta sociedad solidaria, de trabajar en pos del otro, a pesar de que tenían la misma necesidad de tomar agua o de comer o lo que sea…

―Para mí eso es fascinante. O sea, nosotros nos criamos con ficciones apocalípticas y terribles. Yo recuerdo cuando era niño que leíamos El Señor de las Moscas, ficción, pero todas las ficciones apocalípticas son truculentas. Siempre surge la bestia humana y los huracanes, surgen los saqueadores, la jauría. Y yo desde que tengo 22 años traigo un amuleto que a mí me sirve para reconciliarme con el ser humano en los momentos peores. La historia de la hazaña de la libertad, o sea, si miramos en periodos en los Andes argentinos y chilenos... igual yo estuve ahí, no se me ocurre algo más inhóspito. Solo en el cosmos, es la nada, y aparte no puedes respirar, y ellos abandonados, con la radio pequeña, escuchan que los dimos por muertos, están decretados muertos, y en esas circunstancias lo que surge es una sociedad pautada por los heridos. La cuenta regresiva es tomando en cuenta al otro, tomando en cuenta al que está peor, que es el que tiene las prioridades, pautada por la misericordia y por la piedad. Es rarísimo, pero es real. Entonces me pueden decir, sí, mira lo que está pasando ahora, pero además está escrito, uno de los que murió en la avalancha, el 29 de octubre, lo dejó escrito. Está escrito, el pacto es de verdad, y eso me costaba explicarlo a toda la gente de la película que son todos mucho más jóvenes que yo, los actores son veinteañeros. Tiene 48 años esto y el concepto de vivo en otro, de que para nosotros es usual la donación, el donante de órganos, no existían en el 72, no existe, yo soy de esa época y el primer trasplante de cardíaco fue del 67. No había ese concepto de vivo en otro, es completamente disruptivo en 1972. Esto es un dilema, no hay situaciones buenas ni malas conclusivas, es todo a medias, pero capaz que sería mucho peor que hubieran quedado como tantos accidentes aéreos en los Andes que nunca más se encuentran, claro.

Pablo Vierci cuenta detalles de su viaje al Valle de las Lágrimas

―Tengo entendido que, para escribir el libro, fuiste al lugar de la tragedia, ¿cómo fue para vos tener como en el cuerpo la misma situación?

―Y es imprescindible para cuando querés escribir. Es imprescindible porque sirve para expresarte y ampliar conceptos y emociones a través de la escritura. Es imprescindible estar en el estado psicológico emocional de vulnerabilidad, que te da estar en el Valle de las Lágrimas. Yo fui en el 2006, fui en la ventana que se puede que es verano, fui en marzo. Son poquitos días, pero es insoportable llegar. Vas a caballo dos días por cornisas, yo lo cuento en el libro, es insoportable, a mí me resultó particularmente peligroso, riesgoso. Este verano se cayó una señora ahí de un caballo y se agujereó un pulmón y tuvieron que sacarla con helicóptero. O sea, es una situación de riesgo y además es gradual, pero en el caso de ellos, se caen del avión de manera abrupta. Yo fui de a poquito acercándome al infierno, a pesar de que el escenario es bellísimo y la magnificencia de la naturaleza virgen, no contaminada, no tocada, es esplendoroso el lugar.

―¿Es un lugar de verdad?

―Sí, y aparte, es como si fuera un valle de encierro, o sea, para hacer este comportamiento de laboratorio humano, es como si fuera una olla. Tenés una pared que parece esa pared gigantesca de Game of Thrones, que es infinita. Que es por donde ellos pasaron, es una pared que tiene cinco mil metros, y hacia el Atlántico tenés un volcán que te quita la visión.

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