“Quise mostrar la siniestra monotonía de una familia de clase media argentina”

El cineasta platense Mauro López habló sobre Armonías del caos, su ópera prima. Brindó detalles acerca de la estética del filme, sus fuentes de inspiración y el mensaje del largometraje

Armonías del caos es una producción audiovisual independiente que fue estrenada cinco años después de su filmación. Escrita y dirigida por Mauro López, es una historia sólida grabada en un solo lugar, un PH de dos dormitorios en la ciudad de La Plata. Allí será donde los acontecimientos comiencen a desmenuzarse y sus cuatro personajes abran el abanico de la puesta en escena. Entre los protagonistas principales, se puede mencionar a Lorenzo Quinteros, reconocido actor de cine y televisión, y también a Sergio Pángaro, músico recientemente devenido intérprete. 

En una entrevista breve e íntima, diario Hoy dialogó con el responsable de esta producción cinematográfica acerca del argumento de la película, las situaciones cotidianas de una pequeña porción de la sociedad, la rutina de una familia de clase media baja y sus miedos a la inseguridad. 

—¿Por qué utilizaste el recurso del blanco y negro en la película? ¿Cuáles fueron tus influencias?

—Elegí esta técnica por una cuestión narrativa, estética y dramática para reflejar el clima opresivo de la historia, esa especie de eterno retorno a lo mismo: la monotonía siniestra de una familia de clase media argentina, laburante, cuyos días son iguales. Quise comunicar esa sensación de aplastamiento que los ahoga y somete. Mis influencias fueron El dependiente y Crónicas de un niño solo de Leonardo Favio.

—Hace cinco años finalizaste el rodaje y posterior edición de la película, pero la estrenaste de forma reciente. ¿Por qué pasó tanto tiempo entre cada proceso?

—Es un proyecto independiente que realicé junto con Leo González, que se encargó de la producción. Cuando le mostré el guión, se interesó y confió en mi. 

Esta película se filmó en tiempo récord porque la hicimos en blanco y negro. Abonando los aportes correspondientes y cumpliendo con las exigencias de los sindicatos, nos quedó presupuesto para rodar durante una semana. Finalmente se grabó en seis días y fue mágico para todos. Fue el resultado de un proceso de inspiración y de seguimiento porque sin los miembros del equipo no hubiera sido posible.

La parte más difícil fue insertarla en el Instituto de cine. Después de dos años, nos convocaron porque el filme fue declarado de interés cultural, que es una nominación importante. Fue un momento mágico porque el tema que aborda está actualmente instalado en la sociedad y eso llamó la atención. 

Durante dos años quise estrenarla y recién ahora pude hacerlo. Creo que es el momento justo y lo importante es que no tiene un mensaje moral. Será el espectador quien analice en base a su experiencia si hay una moraleja.  

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