entrevista
Rui Poças: “El trabajo de la fotografía sobre todo es contar historias”
Considerado uno de los mejores directores de fotografía del mundo, el portugués despliega su talento en cada una de las producciones de las que participa.
Portugal le quedaba chico a Rui Poças, y cuando supo que el cine era lo suyo comenzó a extender redes hacia otras latitudes. Habitual colaborador en la dirección de fotografía y cámara de Lucrecia Martel, Miguel Gomes, Jorge Silva Melo y Gastón Solnicki, cuenta, en diálogo con Hoy, detalles de su trabajo.
―¿Cuándo supiste que querías ser director de fotografía?
―Cuando ingresé a la escuela de cine, no sabía todavía lo que quería hacer. Tenía un poco de ilusión. Sabía que quería hacer cine. Tenía la misión quizás de ser director, pero no lo veía claro, y durante los estudios se confirmó. Yo ya en esa época ya hacía mucha fotografía, daba clases de fotografía natural. Yo veo mi profesión, como veo ser director de fotografía, como ayudantes de un director. En inglés, visual storyteller, o sea, ayudamos a contar historias. Esa es nuestra especialidad, no es tan diferente a ser director.
―¿Y no es difícil mantenerse alejado de la dirección y dejar de lado el ego?
―A mí siempre me resultó claro que en el sistema el autor es el director, eso es claro.
―Está bien, pero vos en algún momento quisiste estar ahí.
―Sí, pero el cine es un arte de concreción creativa de muchas personas. Yo soy una persona más que puede aportar a una película, así que siempre es un intercambio de ideas, que el director pueda aprovechar o no, si resulta, mejor. La cuestión del ego o de una presión, de tener claro de quién es una idea, o de dónde. Te cuento un chiste sobre mi profesión. Yo muchas veces explico a los jóvenes que están ahí, que un poco como que quieren ser directores de fotografía y no entienden la diferencia. Y siempre les cuento que ser director de fotos es mucho más confortable, es mucho mejor. Porque mientras que un director hace una película, un director de fotos puede hacer cuatro, cinco, seis, porque, claro, el tiempo de dedicación a una película que un director tiene que tener es mucho, y en ese tiempo yo puedo hacer diez películas. Y claro, hacer diez películas con otros directores me permite también visitar otros lugares, otras formas de pensar, y probar otras cosas. Además de eso, hay otra cosa: si una película está buena, se felicita al director, se felicita al DF, pero si la película no está buena, al DF no le pasa nada, la culpa es del director o la directora.
―¿Qué tiene que tener un proyecto para que vos digas, bueno, voy a participar en esta película?
―Bueno, una vez más, para mí lo que importa es entender que está la posibilidad de participar, de crear una forma de contar una historia a través de la imagen, que es lo que me toca. Es entender si voy a tener esa oportunidad de trabajar juntos, y si es una historia que me interesa, o sea, donde yo pueda imaginar algo que me sirva, pero que encuentre que me motive. Muchas veces pasa que quizás a la primera me engancho, porque es un desafío muy grande, porque lo difícil es lo más interesante, porque tienes que dar una vuelta muy grande, tienes que dar esa vuelta. Por suerte tengo esta posibilidad, y por ahí tomas un desafío y otras que no son desafíos, a veces el desafío es porque, por ejemplo, es un proyecto que tiene una ambición demasiado grande para la plata que hay. Eso puede ser un desafío también. Es encontrar una forma de darle la vuelta y crear la posibilidad de hacer una película de calidad por la plata. Pero sobre todo, claro, para mí es encontrar un lenguaje, una gramática para esa película específica.
―¿Y cuándo entendiste también que en algún punto empezaste a ser ciudadano del mundo y a recorrer países con tu trabajo? ¿Fue difícil tomar el primer paso de decir, bueno, sí, acepto, y después ya empezar con mucho trabajo y exposición?
―Lo bueno del cine es que es un arte internacional, no tiene bandera, o sea, se hace cine aquí, en Japón, en todos lados. Claro que hay diferencias, sobre todo del lenguaje, del modo de contar historias, aunque, lamentablemente, cada vez más se nota que hay una tendencia para unificar todo. Que no es la globalización, porque en un momento nos decían, la globalización va a ser esto.
―¿Esto tiene que ver con las plataformas? Todas las películas tienen la misma fotografía, son todas iguales… y ahí está tu trabajo para hacer la distinción.
―Claro, te puedo contar, técnicamente lo que está pasando hoy es que en el mundo profesional se hacen películas con las mismas tres, cuatro cámaras y con los mismos aparatos de iluminación, o sea, las herramientas son las mismas donde sea, en todo el planeta.
―¿Y cómo se hace para que el cine sea tan diferente? Son las ideas, ¿no?
―Entonces es muy difícil que si no es por ahí, si no es por las herramientas, que sea por lo menos con la cultura local. Claro, pasa que el ejemplo de las plataformas y todo, hay una presión para que las producciones, los objetos, las películas, sean bien sucedidos en términos de público, y todos sabemos lo que eso implica, o sea, hay una presión para que se cuente esto de una misma forma, que es una forma homogénea. Entonces, claro, a mí personalmente me interesa un poco combatir eso, y aunque yo visite muchos lugares del mundo haciendo películas, para mí lo interesante es ese cruce de culturas, porque yo soy europeo, portugués, tengo mi propia forma personal de ver el mundo, y mi propia forma de expresarme, si quieres, por imágenes o palabras. Y cuando voy a otro país, claro que voy a encontrar una forma también local, entonces, es un poco esa mezcla, que hace algo con esa mezcla, y eso es muy interesante, creo. Para mí es muy interesante esa visita a otros lugares y hacer otras cosas. Pero siempre teniendo en cuenta la idiosincrasia local y de los proyectos.
Los momentos en el oficio
―¿Cómo has vivido los diferentes momentos de la industria cinematográfica?
―En las últimas décadas hubo un cambio, está dándose un cambio, casi diario. Cada tanto se cambia todo, o sea, hay una revolución permanente del punto de vista técnico. Que además es muy interesante porque abre un abanico de posibilidades que antes no existían. Pero al final, para mí, como lo veo, el trabajo de la fotografía sobre todo es contar historias, volviendo una vez más a la historia. Son los conceptos, son ideas, y hay veces que poco importa si estás filmando lo que sea, una tostadora: estás tratando de intentar contar una historia. Y luego vas adaptando tu historia a tus medios, o al contrario, hay todo un fondo de combinación que, si tienes que hacer con un director de foto, con otro técnico o director, claro que deberías conocer la técnica que está evolucionando, pero lo principal no está ahí. Lo principal no me parece que esté ahí. La materia prima del cine sigue siendo la misma desde hace 7 u 8 años. Es lo que está delante de la cámara, son los actores, el texto, el movimiento, la luz, siempre es lo mismo.