entrevista
Santiago Alonso: “Las melodías vienen del corazón”
Durante una entrevista con este multimedio, el músico presentó su nuevo álbum discográfico, que fue compuesto a principios de la pandemia del coronavirus.
Radicado en Buenos Aires, Santiago Alonso es un compositor que, durante la pandemia, puso manos a la obra para crear y producir su nueva obra, plasmada en su disco más sincero. Respecto del álbum asumió: “El ermitaño es una de mis cartas favoritas del tarot. Este arcano mayor habla justamente de echar luz hacia adentro, contemplar, mirar atrás para ver el camino recorrido que lo trajo a uno hasta aquí. El parate obligatorio fue una oportunidad única para detenerme y entender lo que venía viviendo en los últimos años. Así, las canciones fueron apareciendo de a una, guitarra en mano, entre lecturas, sesiones de tarot, cartas astrales y contemplar las veredas vacías”.
En diálogo con este multimedio, el músico presenta su nueva obra, disponible en todas las plataformas digitales, y recorre los detalles de los objetivos venideros.
—¿Cómo fue el proceso de componer y producir este disco?
—El disco fue compuesto mayoritariamente durante la cuarentena estricta de 2020. El parate general de la pandemia, entre otras cosas no tan positivas, brindó un tiempo/espacio propicio para reflexionar, hacer introspección y poder decantar los últimos años (bastante agitados) de mi vida. Volvía, luego de diez años, al barrio que me había visto crecer, ahora con una nueva familia conformada y con muchas emociones personales por procesar. Todo eso fue el caldo de cultivo para estas canciones que grabamos, también, durante la cuarentena.
—¿Qué melodías y sonidos ponés en juego?
—Las melodías vienen del corazón, de la memoria emotiva que cada uno tiene porque creo que así funciona la música. Escuchamos y escuchamos y, al final, en esa memoria emotiva, en ese espacio del alma quedan melodías que uno reformula y vuelve canción desde la experiencia y la historia personal. En cuanto al sonido, el disco es súper minimalista y muy folk. Inicialmente iba a ser un disco de guitarra y voz, pero sumar un cello (Ayelén Espíndola) y algunas otras guitarras y percusiones logró darle el dinamismo y la emocionalidad que buscábamos.
—¿Con qué participaciones cuenta este disco y por qué los elegiste?
—La primera colaboración en aparecer fue la de Adrián Berra en Pasa qué, una canción que habla de todas esas cosas que nos cuesta asumir o reconocer en nosotros mismos. Adri es un amigo y su voz, tan sensible y honesta, fue perfecta para cantar los estribillos. La segunda colaboración que apareció fue la de Alisa Amador en Casa. Me pareció que sumar a Alisa con su voz diáfana en la canción más Dylaniana que tiene el disco iba a darle un toque folk al estilo Joan Báez que podría ir muy bien. Y el resultado fue precioso. La última colaboración fue la de María Paula Godoy en Sol. La voz de María es tan potente y personal, con esa mixtura amazónica y folklórica, que terminó resignificando el tema y dejándolo en su máximo nivel de expresividad. Es imposible no mencionar a Ayelén Espíndola en cello y la producción musical de Moisés Pérez y Gonzalo Lucena, porque fueron las tres piezas claves de este disco.
—¿Cómo vivís la vuelta a los escenarios en esta apertura paulatina de las actividades abocadas a la cultura?
—La semana pasada tuve mi primer concierto pospandemia en Bernal y fue superemotivo. Me di cuenta de lo feliz que me hace esto y de la necesidad de la gente de volver a encontrarse en espacios artísticos. Y, si bien no hay fecha confirmada, el año que viene voy a estar presentando el disco en La Plata, ciudad que considero un eslabón esencial en la cadena artística popular argentina.
—¿Cuáles son las energías que te rodean antes de cada concierto? ¿Qué movimientos o cábalas pones en juego?
—Hay un halo de misticismo antes de cada concierto. Una fuerza que sale desde adentro. Yo la siento brotar desde el estómago, donde muchas culturas creen que está el alma y pienso que es el vértigo necesario antes de hacer el ritual mágico de abrirme ante el público.