entrevista
Santiago Loza: “Siento que a veces del interior se habla como algo peyorativo”
El cineasta, dramaturgo y escritor presenta un nuevo volumen en el que desarrolla un relato que juega con géneros y, por primera vez, tiene la ciudad como epicentro.
Con Un espíritu modesto, recientemente editado por Tusquets, Santiago Loza vuelve a la escritura tras transitar con holgura el audiovisual con relatos que siempre tuvieron la provincia como epicentro y, en este caso, es la ciudad el escenario principal del relato.
—Sos una persona comprometida con el contexto, siempre, y me gustaría saber, ¿cómo es para vos lanzar novela en medio de esta situación en donde la cultura es atacada?
—Para escribirla tuve como un apoyo del Fondo Nacional de las Artes, la escribí durante la pandemia y ahora lanzarla en este contexto, no sé, es como agridulce. Yo tengo alegría de que salga la luz y que se esté leyendo.
—¿La pandemia disparó el relato?
—Era un contexto bastante triste en la ciudad, o era lo que me pasaba, y uno de los disparadores era contar cierta vida urbana para quienes no somos tan de la gran ciudad. Como contar ese arribo, y, por un lado, había algo de eso de contar, porque también yo conozco esos personajes. Me parecían muy reconocibles y había algo de contar algo de mi vivencia en eso, y como algo de ir conquistando esas espacialidades están en la novela. Entonces, quizás tuvo que ver ese momento que uno se movía a pocas cuadras de distancia. Como que la novela tiene algo de pequeña aventura, de aventura hecha a pocas cuadras, de esos personajes que van descubriendo y algo de todo eso también me divertía en ese momento. Lo hice como un contenido erótico, una novelita erótica, algo que tuviera que ver con la fe, que es algo que a mí me inquieta o me sigue inquietando hace tiempo.
—Generalmente estamos acostumbrados en tu obra que vos describas bien el mundo rural, el del pueblo, ¿cómo fue la transición del pueblo a la ciudad?
—Yo soy de provincia y me vine hace muchos años, y siento que a veces del interior se habla como algo peyorativo. A mí me gusta definirme del interior, con esa idea de algo como de pensar de tierra adentro y siempre me peleo con esa idea de que la gente de provincia es buena o bonachona. Me interesa también cierta zona más rápida de la provincia y eso traen los personajes, que en principio, por cierta vivencia que no esperaban, por lo inesperado. Hay algo de esa quietud o esa tranquilidad en la que habitan, que es como el encuentro en este caso, en Un espíritu modesto, que es como el encuentro con otros y el encuentro más erótico que los saca a esos personajes de la vida que van teniendo, de cierta apatía que van teniendo. Como si hubiese algo que son personajes, que la vida los propone y de pronto algo que no estaba previsto, que no se calculó, algo que sale de toda previsión. Son personajes que aparentemente no tienen o no van a tener otra oportunidad, o parece que estuviesen condenados por cierta rutina.
—Dentro de esta poca planificación y esta sorpresa, por ejemplo, en el personaje de Laura hay algo planificado o un plan urdido en ella, que después se va desarrollando de otra manera…
—Sí, como ciertos planes provisorios, pero bueno, algo de lo que va sucediendo las va modificando. A mí me pasaba también con la escritura, tenía como un plan previsor y también me iba sorprendiendo. Que pasa cuando uno trabaja por bastante tiempo con ciertos personajes y va sufriendo el mismo encantamiento, digo, como no sé, algo de eso que me iba arrastrando, llevando, sorprendiendo, también.
—Y sobre los dos personajes protagónicos, ¿hubo uno con el que conectaste más que el otro?
—En principio la protagonista es Laura, que es la mujer como de mediana edad que va atravesando esta historia. Pero a la vez la madre Vilma, que sería como un personaje secundario por momentos, toma como un lugar central y me gustaba como que está en el último tramo de la vida y algo de eso, en su cuerpo, que está un poco impedido y acotado. También tiene como su micro aventura, su encuentro con la sensualidad y en su descubrimiento tiene como su contacto con la dicha. Entonces me gustaba que por momentos la novela trabaja con personajes que orbitan alrededor de la protagonista, pero por momentos parece tomar la novela una forma que podría ser la novela de esos personajes.
—Hay algo de la descripción que siempre vos tenés, que en este caso es el detalle de las marcas en las paredes, el detalle de los recorridos que hace Laura…
—Hay algo que tiene que ver, quizás con el cine, o con cierta forma de narrar, que quizás tenga que ver con cierta sensorialidad que tiene el cine o lo sonoro. Y de tomar ciertos espacios a partir de los rastros que dejan en sus espacios, como de ciertos recorridos que tienen que ver con las marcas que quedan en los espacios. En algo de eso va la novela, que está atravesada por varias marcas, por varias varios accidentes, donde quedan registradas ciertas marcas de lo humano que han generado. Entonces, la novela también va recorriendo como una suerte de peritaje de algo que tiene como pequeñas tramas, casi como policiales, tomando esos rastros que van quedando, que van dejando las personas.
—Cuando pensás una novela en algún momento, ¿también imaginas que se pueda convertir en un proyecto audiovisual o son cosas independientes para vos?
—En principio, como que creo que hay algo del trabajo del guion, que tiene algo, que el lenguaje es mucho más práctico y es más austero. No puedo trabajar como la delicadeza del lenguaje, que quizás intento trabajar en la novela, o en una zona más cercana a la poesía, por momentos. Quizás en principio no lo pienso como una película, pero después digo, ahora que nos están leyendo y me lo dicen y pienso, bueno, podría ser una película. Pero no se me ocurre que lo hiciera yo a eso, a ese camino, porque ya atravesé la historia y no tengo mucho más que aportar a eso.