entrevista

Sebastián Francini: “Mi presente laboral hace tiempo está despegado de lo infantojuvenil”

El talentoso intérprete regresa al cine con un rol en el que devela una faceta diferente de su color actoral.

Hombre muerto, de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz, llega este jueves a los cines. Protagonizada por Osvaldo Laport y Diego Velázquez, tiene en un rol clave a Sebastián Francini, con quien hablamos en exclusiva.

—¿Cómo recibiste la propuesta y preparaste el papel?

—La verdad es que fue toda una sorpresa porque mi última película fue, no recuerdo bien el año, Un hijo genial, que protagonicé junto a Julián Weich en el cine comercial, cuando era adolescente, te diría. Y tuve la oportunidad de sumarme a Hombre muerto en una instancia donde tengo entendido que el director ya tenía mi nombre en mente, sin saber que Osvaldo, que ya estaba elegido en el proyecto, era uno de mis grandes amigos y maestros. Porque yo a Osvaldo lo conocí cuando me dirigió en Generación Beat, una historia verídica, una obra sobre la generación Beat, que supimos hacer en el Teatro Maipo, hace algunas temporadas. Nos conocimos con Osvaldo, donde forjamos un vínculo maravilloso de amistad, de respeto, en mi caso lo adoro profundamente, y lo tomo como un gran maestro también, de la profesión, de la vocación, y de la vida, por qué no. Porque me acerca también mucho cariño a él y a su familia. Y cuando el director le sugiere a este personaje y le dice: ¿a quién te imaginás?, y el director dice: Francini, sin saber que Osvaldo me conocía y que tal vez, seguramente, me proponga para ese rol, fue sincronismo terrible. Porque además nos ayudamos mutuamente, Osvaldo siempre me tiene en cuenta como asistente de dirección de alguna de sus obras de teatro. Tuvimos una primera reunión, hice mi casting y pasaron los meses, y no me llamaban. Entonces yo di por sentado como que no había quedado, porque el proyecto era bastante inmediato y resulta que una tarde estaba tirado en un sillón, me llama el asistente de dirección de la película y me dijeron que me había quedado con el personaje. Ahí empezamos a construir un poco este comisario, que si bien no tenemos info, más o menos, la película remonta a 1983, postdictadura, es un pueblo chico, es un pueblo minero, y que seguramente, políticamente, este pibe, que es un comisario joven para ser comisario, fue puesto políticamente para resguardar algunos intereses. Y también peca de la arrogancia propia de una persona que tiene poder muy joven en la vida. Este comisario se encarga de ser este personaje disruptivo en el espectáculo, que le da un toque de frescura por su torpeza propia de la juventud, por su arrogancia propia de la juventud también. La verdad es que es un personaje que, a priori, no tenía tanta participación, y yo siento en lo personal, intuyo, que fue ganando relevancia en pleno proceso de la filmación. Por lo que pude aportar, por lo que me permitieron aportar artísticamente a este rol, y además por todo el trabajo que intenté hacer desde lo visual también, rompiendo con mi imagen de niño, de joven, más tirando a galancito. Y si bien es un comisario medio rubio y hegemónico, tiene un bigote, tiene una patilla, tiene una postura, está como bastante elaborado para poder despegarse del resto de trabajos que tal vez la gente recuerda de cuando yo era chico. Más allá de que mi presente laboral ya hace tiempo está despegado de todo lo que tiene que ver con lo infantojuvenil, porque hace más de tres temporadas que estoy en Sex, trabajando con José María Muscari.

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