Siglo XX Cambalache, un show para toda la familia

Hoy recordamos el clásico programa abocado a la cultura y la historia que fue conducido por Teté Coustarot y Fernando Bravo

A principios de la década de 1990, los productores ejecutivos de Telefe decidieron que pondrían en el aire la propuesta cultural Siglo XX Cambalache y Gustavo Yankelevich, el gerente de aquel entonces, dio por aceptada. Asimismo, el show era una entrega periodística que tenía mucho de documental, material de archivo, con una impronta educativa y cultural. Por su parte, el nombre hacía estricta alusión a la canción de Armando Discepolo.

Vale mencionar que el show era emitido los días sábado, a las 17, con una duración de 150 minutos, que luego se les sumó otra hora más. La entrega tuvo un éxito rotundo con más de 20 puntos de rating. Esto fue toda una sorpresa por los contenidos y por la decisión increíble de todos los involucrados.

Por otro lado, las caras responsables de estar frente al show fue gracias a la modelo y conductora Teté Coustarot y el locutor y comuniador, Fernando Bravo. A su vez, tenían como guionistaa Eddi Conzalvo y la locutra Marcela Pacheco ponía la voz en off en los materiales fílmicos. Con esfuerzo y perseverancia, los conductores se pusieron al frente del show para darlo todo como cada tarde de los dias sábados. Así la historia del siglo XX fue contada con lujo de detalles frente a dos profesionales excelsos de la comunicación.

Pero no todo era material de archivo, puesto a que la puesta en común tenía invitados especiales según la temática de espectáculos, historia, cultura o geografía. Asimismo dentro del show ocurrían homenajes a grandes personajes de la historia como sucedió con René Favaloro, con las bandas, en un momentio eligieron a The Beatles. En ese entonces, cuando el show estaba en el aire, solo asistíamos a la televisión abierta, no exitían más que el teléfono de línea, los celulares eran un bien poco usado y la computadora aún no contaba con el servicio de internet y como lo conocemos hasta ahora.

Con una decoración sencilla, los periodistas se ponían al frente de un escritorio con imágenes que eran reproducidas por detrás de ellos. Asimismo, el estudio contaba con una escenografía escueta donde la prioridad la tenían los invitados, la temática y el diálogo entre ellos. Luego de todos los capítulos, la entrega llegó a su fin no sin antes ser despedido con todas las galas como la situación lo ameritaba y es recordado por todo el imaginario colectivo que creció frente a la pantalla aprendiendo y observando esta tertulia.

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