Cultura

Alfredo Carlino, un poeta con raíces populares

Su militancia comenzó el 17 de octubre de 1945 y la ejerció a tiempo completo durante sus 85 años de vida dedicados a la causa nacional.

"Y ellos,/ los mascarones de proa,/ los pitucos del privilegio. No sabían/ que la música venía”, pero Alfredo Carlino sí lo sabía. Aquel 17 de octubre de 1945 escuchó esa música que venía detrás de cada overol, en cada grito que clamaba por su líder, para celebrar la honrada victoria de los oprimidos. Como Pablo Neruda, Alfredo Carlino también hubiera podido decir: “Tengo un pacto de sangre con mi pueblo”. Un hombre que en su larga vida mostró ser encarnizadamente fiel a sus orígenes y a sus convicciones más íntimas.

El azar es sabio al hacer coincidir ciertas fechas. Alfredo Carlino nació el 17 de octubre de 1932, como premonición de su militancia política. Apenas cumplidos los 13 años, sería protagonista y memoria viva de la movilización obrera más grande de la que se haya tenido registro en nuestro país, en la cual Perón aparece, entre otras cosas, como el patriota que procura defender al pueblo argentino de sus explotadores imperialistas. Personajes de la talla de Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortíz bautizaron a Carlino “la mascota del 17”, ya que en ese momento, aun siendo niño, era un activo militante nacionalista. Arturo Jauretche había sido amigo de su padre, y fue el hombre a quien, junto a Scalabrini, Alfredo eligió como maestros.

Entre sus infinitas anécdotas, Carlino contó alguna vez que el poeta Homero Manzi era su amigo y que después de un recital, sentados en un bar, alguien se acercó y con sorna le preguntó a Homero qué hacía con el “che pibe”. Entonces Manzi le respondió que tuviera más respeto por el “che pibe” porque había hecho el 17 de octubre y que además tenía las agallas de un boxeador de barrio.

A mediados de los 40, cuando aún era adolescente, Carlino conoció a José María Gatica en la Federación Argentina de Box. En aquella época, Gatica probablemente era el símbolo más alto dentro del deporte argentino. Ese primer encuentro marcó un enfrentamiento que duraría años: “Yo era adolescente cuando empecé a boxear y él me dijo: Bebé, esto es para machos. Cometí el error de putearlo, cuando putear era lo más grave que uno podía hacer. Y entonces se me vino encima para pegarme y yo me puse en guardia, pero por suerte lo sacaron Mauro Cía y otro boxeador que estaba al lado”. Finalmente, Carlino le dedicaría a Gatica un maravilloso libro de poesía. El día de su muerte, escribió: “Lo que no te perdonan son tus sucios pies de canillita”.

Tanguero, periodista, poeta, hombre de teatro, boxeador amateur. Sobrevivió a muchas cosas. Estuvo presente en Plaza de Mayo cuando el 16 de junio de 1955 la Marina bombardeó a la población civil. Y sigue sobreviviendo, su poesía encendida de militancia nunca termina de apagarse, y, sobre todo, su ejemplo sigue soplando en la misma dirección, para ayudarnos a traer de regreso la dignidad de los sueños.

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