Astroturismo, una herramienta para entender el cielo como recurso ambiental

Si bien se trata de una actividad en vías de desarrollo, su implementación es una puerta de entrada a la divulgación científica astronómica para toda clase de viajeros.

A comienzos del 2021, la Laguna de Lobos, ubicada a 15 kilómetros de la localidad bonaerense que le da su nombre, fue testigo del primer encuentro de astroturismo de la región. En ese momento los vecinos de la ciudad pudieron aprender un poco más sobre las estrellas y las particularidades del firmamento.

Si bien el turismo astronómico es una actividad reciente en nuestro país, el oeste argentino, principalmente en las provincias de San Juan y Mendoza, es donde más se explota la observación espacial.

De cualquier manera, es importante destacar la iniciativa de La Pampa y Misiones; estas dos jurisdicciones en el último tiempo abrieron sus puertas para que los viajeros puedan disfrutar de un cielo libre de contaminación lumínica.

Consultado por diario Hoy, Ricardo Tohmé, delegado por la Asociación Internacional Dark-Sky (IDA, por sus siglas en inglés) en Sudamérica y director ejecutivo de la Fundación Cielo Sustentable, destacó los beneficios de esta actividad. Según el especialista: “Es una puerta de entrada a la divulgación científica y puntualmente a la astronomía. Hemos notado que el astroturismo puede resultar uno de los incentivos más importantes para que los habitantes de una región se comprometan a proteger la calidad y oscuridad de su cielo; y lo entiendan como un recurso ambiental, turístico y económico renovable que es patrimonio de las generaciones futuras”, agregó.

De acuerdo a Tohmé, Argentina todavía cuenta con una oferta muy limitada de experiencias astroturísticas. “El desarrollo del turismo astronómico a nivel nacional todavía enfrenta ciertos desafíos que le restan competitividad frente a otros destinos en el mundo, ya que en la mayoría de los casos, aún no se lo integra como complemento de otras ofertas turísticas tradicionales”, destacó.

Por otra parte, el director de la ONG, explicó que el país no cuenta con un plan oficial que promueva este tipo de actividades como sí sucede en Chile y otros destinos, “que están varios años por delante de Argentina” en lo que respecta a los visitantes.

De acuerdo a Tohmé, los cazadores de eclipses solares pueden ser considerados los principales impulsores de la observación ociosa del cielo. “Son personas que todos los años viajan a través del globo para observar ese tipo de fenómeno astronómico en particular, sin importar dónde se produzca el eclipse, pero que en su mayoría también tienen interés en la observación astronómica en general. En las últimas décadas ese movimiento ha ido creciendo y ha posibilitado que, por ejemplo, muchos aficionados a la astronomía del hemisferio norte descubran la riqueza de los cielos australes. Esas experiencias, a su vez, han hecho que muchos observadores, reconocidos o no, visiten el hemisferio sur en busca de los astros que no pueden disfrutar desde la latitud del lugar donde viven. Sin embargo, yo diría que no hay un solo tipo de astroturista”, destaca.

Pero la actividad no es algo excluyente para los conocedores del firmamento. “También está el turista general, que eventualmente tiene la posibilidad de participar de una actividad de astroturismo y termina maravillándose al observar los anillos de Saturno a través de un telescopio. Entre el observador más avanzado y el turista más casual hay todo un espectro de personas a las que el astroturismo puede interpelar de distintas formas”, concluye Tohmé.

“La pandemia nos dio la oportunidad de volver a conectar con el firmamento”

El desarrollo del astroturismo ha expandido los límites de la actividad. Cada vez son más los viajeros que destinan su tiempo libre a la observación del espacio, incluso aquellos que no tienen conocimientos sobre astronomía.

“Particularmente, considero que esto es una consecuencia de la capacidad que tiene esta ciencia de motivar e inspirar a todo tipo de personas”, señala Tohmé en diálogo con este multimedio.
Asimismo, pese a las limitaciones derivadas de la pandemia de coronavirus, el confinamiento y la necesidad de disfrutar de la naturaleza permitieron impulsar esta actividad.

En este sentido, el delegado por la Asociación Internacional Dark-Sky, explicó: “No podría decir si ha crecido el interés, pero sí es cierto que la pandemia nos dio la oportunidad de volver a conectar con el firmamento y eso, obviamente, llama la atención de las personas”.

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