cultura

Bob Marley, el santo patrono del reggae

36 años le bastaron para ser la nave insignia de todos los ritmos que, gracias a él, dieron a Jamaica un lugar musical en el mundo.

Alguna vez, Manu Chao dijo que Bob Marley es el único artista del planeta que verdaderamente puede reivindicar para sí las palabras world music, ya que su nombre se había convertido en un pasaporte en cualquier parte del mundo y tenía más virtudes milagrosas que una estampita: “En África, Argelia, donde sea, en cualquier barrio de América Latina donde te pueden acuchillar, una chapita de Marley te puede salvar la vida”.

Robert Nesta Marley nació el 6 de febrero de 1945 en Nine Miles, una pequeña población al norte de Jamaica. A lo largo de su vida cambió tres veces de nombre; cuando murió el 11 de mayo de 1981, ya convertido al rastafarismo cristiano, se había hecho bautizar en la Iglesia Ortodoxa Etíope con el nombre de Berhane Selassie.

Cuando Bob nació su madre tenía 18 años y su padre era un marino que se la pasaba navegando y rara vez veía a su mujer e hijo. Su condición de mulato lo condenó a una niñez solitaria, ya que ni los negros ni los blancos lo consideraban uno de los suyos; pero hubo algo que lo salvó de las burlas y el resentimiento: la música. No era fácil ser músico en una Jamaica sacudida por enfrentamientos políticos y raciales, encallecida en la miseria, dividida en guetos. Aliado a otros jóvenes alentados por el mismo deseo de hacer música – entre ellos, Peter Tosh, un músico que alcanzaría notoriedad por su defensa de los derechos humanos y su permanente brega por la legalización del consumo de la marihuana-, influidos por las radios que transmitían desde New Orleans, formó lo que luego sería The ­Wailers: el grupo que popularizaría en la isla el ska, un género que tenía un indudable ascendencia afroamericana.

Marcus Garvey era un predicador jamaiquino, hijo de un albañil, que había fundado la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro. Su objetivo era: “unir a toda la gente de origen africano del mundo en un solo cuerpo para establecer un país y un gobierno absolutamente propios”. Bob nació cinco años después de la muerte de Garvey, pero esa utopía impregnó desde temprano su ideario; y se fortaleció cuando supo de Haile Selassie, el último monarca en ocupar el trono, quien abolió la esclavitud en todo el imperio. Todo eso estaba escrito en las piedras fundamentales sobre las que Bob Marley levantó esa obra musical que el mundo entero conocería con el nombre de reggae.

Johnny Nash era un músico ­norteamericano, que en 1972 grabó I can see clearly now, un tema que encabezó la lista de los más escuchados en Estados Unidos e Inglaterra. Desde que escuchó por primera vez a Bob Marley, su música le rondaba permanentemente la cabeza; a tal punto que, en pleno éxito, lo invitó a Bob a hacer juntos una gira por toda Europa. Fue así que Marley conoció a Chris Blackwell –propietario del sello Island–, quien descubrió al instante aquello en lo que Bob finalmente se terminaría convirtiendo: el mayor difusor planetario del reggae. Les ofreció 4.000 libras y la posibilidad de grabar con los últimos avances técnicos de la industria musical. Catch a fire se llamó el primer disco que grabó para ese sello y que, según la revista Rolling Stone, está entre los 500 mejores álbumes de todos los tiempos. El disco incluía I shot the sheriff, un tema que sería grabado por Eric Clapton, rubricando la consagración mundial de Marley como autor.

Al hacerse atender en un hospital, en 1978, luego de sufrir un fuerte pisotón en el dedo gordo en un partido de fútbol, Bob Marley se enteró de que tenía cáncer. Había aparecido una mancha oscura debajo de la uña; cuando pasaron varios días sin que la situación cambiara, decidió hacerse ver por un médico. Así se enteró de que se trataba de un melanoma lentiginoso acral, una forma rara y agresiva de cáncer de piel. Así quedó trunca una de las carreras artísticas más prometedoras de la historia de la música.

Su funeral fue el 21 de mayo de 1982, en la tradición rastafari, en una iglesia etíope que es considerada tierra sagrada. Sus restos se hallan en un mausoleo situado a dos metros por encima del suelo, junto a su guitarra Gibson Les Paul roja.

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