“En el ámbito rural solo el 20% de las mujeres son propietarias de las tierras”

Las mujeres organizadas en la ruralidad son cada vez más, y trabajan para alcanzar una mayor igualdad. Su realidad en la Argentina.

Cada 15 de octubre se conmemora a nivel internacional el Día de las Mujeres Rurales, en referencia a quienes trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias y representan a una cuarta parte de la población mundial, según las Naciones Unidas.

“La situación de las mujeres rurales, como la de todas las mujeres, está mucho mejor que en el pasado, lo que no significa que estemos cerca de tener igualdad y sobre todo oportunidades. En el sector rural eso se acrecienta mucho más porque todo llega más tarde”, señaló a diario Hoy Patricia Gorza, de Mujeres de la Ruralidad Argentina (MRA).

Uno de los ejemplos de esto se ve en la tenencia de la tierra. “Solamente el 20% de las mujeres, según el censo, son propietarias de la tierra. Y dentro de ese 20%, más del 75% son propietarias de entre 1 y 20 hectáreas. Es decir que también la distribución en el sentido de la cantidad y en el capital es muy desigual”, añadió.

Con base en los datos que maneja la ONU, en promedio a nivel global, las mujeres representan algo más del 40% de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo.

La dirigente rural señaló que hay un problema con las políticas públicas destinadas a las mujeres, ya que, en su consideración, “generalmente están elaboradas en un escritorio que está a unos cientos de kilómetros de donde suceden las cosas. Desde lo teórico están fantásticas, pero la mayoría son inaplicables a los sectores rurales”.

A través de la organización, lograron que en la provincia de Buenos Aires las patrullas de seguridad rurales también incorporaran protocolos para atender la violencia de género, así como en las grandes ciudades.

En otro plano, Gorza señaló que los varones del ámbito rural tomaron estas intervenciones “con mucho recelo”, ya que es “un sector y un ambiente que cultural e históricamente ha sido muy conservador, no solamente machista como todos en mayor o menor medida y en todos los ámbitos de la sociedad, sino muy conservador y muy poco abierto a los cambios”.

“Una vez que nos escuchan y que transitamos el diálogo, hay como cierta permeabilidad, pero no es fácil. No es que están con los tapones de punta, pero con mucho recelo y sobre todo porque nosotras utilizamos la palabra feminismo, bregamos por un feminismo rural; si a las mujeres les cuesta, imaginemos a los hombres. Pero ahí vamos”, concluyó.

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