Cómo hacer un balance de 2020 y no morir en el intento

¿El año de la pandemia es un “año perdido”? En días de reflexión, diario Hoy habló con la psicóloga Érica Barrera sobre la confección de recuentos en estas semanas.

El cierre de año, como el final de muchas cosas, es el momento de los balances. Este 2020, signado por una pandemia que todo lo impregna, llega a su ocaso y no serán pocos los que a fin de cuentas obtengan un saldo negativo. Sin embargo, para la licenciada y profesora en Psicología, Érica R. Barrera, es fundamental “evitar caer en la dicotomía, siendo críticos y reflexionando” de manera amplia sobre el año que dejamos atrás.

“No está bien ni mal hacer balances, es algo que más bien tiene que ver con la costumbre o el hábito de hacerlo: estamos atravesados por un calendario y por ciclos sociales. Lo importante en todo balance es en dónde se pone el foco.

Siempre tendemos a mirar lo que nos faltó. Sin embargo, es importante pensar en los logros: lo que pudimos hacer o lo que creíamos que no íbamos a hacer. Lo no alcanzado nos puede servir para plantearnos objetivos más realistas de cara al año próximo. Porque muchas veces, si los objetivos que nos proponemos son demasiado ambiciosos o no acordes al contexto, cuando no los cumplimos nos frustramos”, propuso Barrera.

El tramo final del año anuncia indefectiblemente el comienzo de uno nuevo. Y con esta situación: “En diciembre empieza una vorágine de actividades sin resolver; compromisos,
reencuentros, el deseo de terminar lo que no hicimos, lo que postergamos. Todo esto adquiere un carácter de mayor urgencia el último mes del año”, señaló la psicóloga y añadió: “Es frecuente que aparezca esta autoexigencia que parece obligar a las personas a hacer en pocos días todo aquello que no hicieron el resto del año. Está la idea de que tenemos que terminar todo antes del 31 de diciembre como si después el mundo se acabara. Caer en esta urgencia incrementa la ansiedad y, cuando una persona está muy ansiosa, no tiene una mirada equilibrada y se enfoca o profundiza el sesgo negativo; no ve la escena completa y repara en aquello que no funcionó. Basar el balance en los aspectos negativos puede traer consecuencias para la salud”.

La pandemia ineludible

“Inevitablemente, todo balance de este 2020 va a estar atravesado por un denominador común: la pandemia. Sin dudas signó este año y trastocó cada vida, cada historia, cada situación. Generó una ruptura con la tranquilidad, cambios de hábitos y rutinas, imposibilidad de encuentros y contacto corporal, problemas económicos, pérdida de seres queridos”, reflexionó Barrera.

No obstante, la psicóloga no consideró que el 2020 sea un “año perdido”. Pedir que el balance cierre, sostuvo: “suele ser una utopía. Siempre hay que ver la escena completa: probablemente haya metas que no se hayan alcanzado, pero seguramente también hubo otras situaciones que propiciaron aprendizajes”.

“Esta pandemia nos hizo revisar la forma en la que estamos viviendo, propició que muchas personas aprendieran a valerse de la tecnología y las herramientas virtuales como una forma de contacto y una forma de aprendizaje; permitió incrementar los lazos sociales con quienes tenemos más cerca; también permitió a muchas personas redescubrir viejas pasiones”, concluyó.

Érica Barrera, por último, dijo que es difícil pensar en la palabra “cierre” sin asociarla a una evaluación. “Es difícil porque es la manera que tenemos de aprender de los errores y salvar los aciertos y poder reposicionarnos para lo que vendrá. Una de las potencialidades del balance es que nos permite, una vez realizado, proponernos nuevas metas para el año siguiente. Y tener metas y objetivos, se cumplan o no, nos da esperanza y nos reconforta. Porque el deseo es lo que motoriza”.

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