Con la muerte de Ricardo Piglia, se despide el último lector

El escritor Ricardo Piglia falleció ayer a los 75 años a causa de una enfermedad degenerativa, llamada esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que padecía desde hace años. Fue una de las voces más lúcidas y representativas de la literatura hispanoamericana, capaz de transitar los intersticios de la crítica, la novela, el ensayo, el guión y la docencia.

Su muerte se conoció a poco tiempo de haber sido publicada la segunda parte de Los diarios de Emilio Renzi, alter ego que atravesó su trabajo y que comenzó a delinear hace 57 años, cuando tomó un cuaderno y, en medio de una mudanza de Adrogué a Mar del Plata, anotó las primeras observaciones sobre su propia vida.

Caracterizada por los cambios de registros y estilos, la escritura de Piglia funcionó como radiografía de época, con textos que destilaban pura literatura más allá del género en el que pudieran encuadrarse. De esa manera, su huella trasciende la novela para alcanzar el cine -como guionista y a partir de su propia obra en el caso de la taquillera Plata quemada-. También pasó por la pantalla chica, donde continuó su veta de docente y ensayista con programas como Borges por Piglia, e incursionó hasta en la ópera, para la que adaptó La ciudad ausente.

Ricardo Emilio Piglia Renzi había nacido el 24 de noviembre de 1941. Se formó en Historia de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) (ver recuadro), trabajó 10 años en distintas editoriales durante su estancia en Buenos Aires y dirigió la emblemática Serie Negra que difundió autores como Dashiell Hammett y Raymond Chandler.

Todo por las letras

Como había elegido no tener hijos para dedicarse a la literatura, durante la década de 1980 emigró a Estados Unidos donde fue profesor en la prestigiosa universidad de Princeton, Nueva Jersey. En los últimos años, Piglia recibió numerosas distinciones, entre las que se destacan el Premio Rómulo Gallegos en 2011, por su novela Blanco nocturno (2010), el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2013, y recientemente el Premio Formentor de las Letras 2015.

Una vez conocida la triste noticia, el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, lo despididó con estas atinadas palabras: “Adiós Renzi. Adiós Piglia. Nos queda todo lo escrito, la lucidez y la pasión del escritor y el lector omnívoro. Te vamos a extrañar”.

Sus años en La Plata como estudiante de Historia

Piglia estudió el Profesorado de Historia en La Plata y se recibió al mismo tiempo que empezaba su carrera de escritor. Lo hizo entre 1960 y 1965, y siempre la recordó como una época maravillosa. “Me encontré con una ciudad extraordinaria, una ciudad universitaria. Fue en La Plata donde empecé a escribir algunos relatos. También, un diario personal, el cual sigo hasta hoy”, había dicho.

“Me encontraba solo y eso fue un desafío para mí. Después estaba el mundo de las pensiones y los climas estudiantiles que había en el comedor universitario -dijo durante una de sus últimas visitas a la ciudad-. Me decidí por la carrera de Historia porque estaba muy bien organizada y había buenos profesores. No elegí la carrera de Letras porque creía que era un poco contradictorio con la experiencia de la escritura: en ese momento los estudios sobre literatura abrumaban la práctica, no dejaban respirar un aire de libertad”.

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