cultura

Cuando Horacio Ferrer conoció a Astor Piazzolla

Juntos hicieron obras maestras como Balada para un loco

Horacio Ferrer y Astor Piazzolla se conocieron personalmente en 1947, en el café Ateneo de Montevideo. El músico ya había formado su propia orquesta y el poeta acababa de cumplir 14 años. Algunos años después, Ferrer –por ese entonces estudiante de Arquitectura– fundó el Club de la Guardia Nueva, para la exaltación del tango de vanguardia. Piazzolla había viajado a París para estudiar con Nadia Boulanger: “Cuando me enteré de que iba a regresar en barco, lo invité a que bajara por unos días en el puerto de Montevideo y, como sorpresa, le organicé en el auditorio Julio de Caro de nuestro club una función especial ante 300 muchachos de no más de 25 años”. Desde ahí quedó sellada la amistad.

Cuando publicó su primer libro de poemas, Romancero canyengue, Ferrer le dedicó unos versos a Piazzolla: “Lo que hacés con los versos es lo mismo que hago yo con la música. Tenemos que trabajar juntos”. Fue a la casa de Astor sin avisar. Como no andaba el timbre, golpeó la puerta. Le abrió diciéndole: “Es de brujas, Horangel me dijo ayer que alguien que cambiaría mi vida iba a golpear la puerta de mi casa”. Piazzolla venía de Río de Janeiro, extraordinariamente impresionado por un espectáculo que había visto de Vinícius de Moraes.

En ese agosto de 1967 se sembraron las semillas de la ópera María de Buenos Aires, que compusieron en menos de tres meses. Más rápido aún les salió Balada para un loco: “Mandate a hacer una tarjeta para toda la vida que diga autor de Balada para un loco”. Compusieron juntos más de 50 temas y cerca de 20 permanecen inéditos. Un tesoro inagotable.

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