Los canes, más inteligentes de lo que se pensaba

De tal humano, tal perro

Según un estudio científico, los canes son capaces de “leer” la mente de sus dueños y hasta detectar si son engañados por las personas. Además, análisis confirman que el adiestramiento puede determinar sus conductas 

Al cabo de un proceso de domesticación que, según aseguran los especialistas, lleva más de 15.000 años, el perro ha ganado el reconocimiento humano que lo identifica como el mejor amigo del hombre. 

Además de las tareas domésticas aprendidas en ese proceso, como la caza, la defensa de la vivienda o el pastoreo, hoy cada vez más colaboran en labores de rescate, detección de narcóticos o asistencia a discapacitados. Esas aptitudes surgirían de un proceso de mímesis cognoscitiva con los humanos que es investigado por científicos.

En este marco se inscribe un reciente estudio realizado por la Universidad de Veterinaria de Viena (Austria), según el cual los perros son capaces de interpretar el comportamiento de sus dueños y hasta podrían reconocer si se les miente o no.

Para afirmar estas teorías, los vieneses experimentaron con 16 perros. Detrás de una tabla ubicada de manera tal que los canes no pudieran ver lo que había del otro lado, se colocó a tres sujetos, cada uno con un recipiente tapado. Una de las personas colocó comida en uno de los depósitos, mientras era observado por otro individuo al que el estudió llamó “el informante”. Luego, cuando las tres personas dieron indicaciones sobre el supuesto envase que guardaba la comida, los perros debían elegir a quién creerle. En el 70% de los casos, se volcaron por la opción del “informante”, es decir, el único que había visto al que escondía el alimento.

“Eligieron al más informado”, explicó Ludwig Huber, a cargo de la investigación, y agregó: “La capacidad de interpretar nuestro comportamiento y anticipar nuestras intenciones, que obviamente se ha desarrollado a través de una combinación de domesticación y experiencia individual, parece haber aportado la aptitud de adoptar nuestra perspectiva”.

A través de la comida también es posible indagar en otras áreas del comportamiento canino, como, por ejemplo, saber si estos animales pueden diferenciar entre actitudes de generosidad. “Para el perro es sumamente importante ver quién lo va a ayudar. Los hacemos comparar entre dos personas, una que le indica donde está la comida y la otra que se la muestra pero no se la da. Efectivamente logran elegir al generoso, pero necesitan entrenamiento, no es espontáneo”, indicó la investigadora del Conicet, Mariana Bentosela, quien agregó que estos animales “permiten, en la interacción, analizar muchas respuestas sociales. Es un modelo muy apropiado para estudiar la cognición social, que es lo que se pone en juego cuando interactuás con otro individuo de la misma especie o de otra”.

En otro orden, un reciente análisis de las conductas caninas reveló que se adiestran mejor si en lugar de recibir castigos son recompensados.

“Hay muchos desafíos en cómo evaluarlos, porque te enfrentás a un animal que sabe mucho de las personas. Es un desafío estudiarlos de modo objetivo, sin atribuirles características humanas. Hay mucho para analizar, aunque hay una ventaja para hacerlo: la disponibilidad para acceder al objeto de estudio, ya que los perros están por todos lados”, concluyó Bentosela.

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