El amor por una madre no reconoce límites ni riesgos: la historia del pequeño héroe de Los Hornos
Se llama Enzo Sandoval y el domingo a la noche enfrentó a los delincuentes que quisieron robarle a su mamá en 142 y 61, cuando venían de festejar el Día de la Madre en plaza Malvinas. El costado humano de una de tantas familias de La Plata que reclaman vivir en paz.
Por Juan Pablo Ferrari y Antonela Spinelli
Enzo Sandoval nació hace 11 primaveras en La Plata. Para ese entonces, el cantante Papo Napolitano (fallecido en el 2005) ya había inmortalizado el hit “nadie se atreva a tocar a mi vieja…”.
Este pequeño héroe, lejos de conocer la historia y la canción, enfrentó a delincuentes que atacaron a su mamá, justo la noche del domingo en Día de la Madre, cuando venían de celebrar en la plaza Islas Malvinas.
Es un nene más de La Plata, que como tantos otros juega a la pelota en el club Libertad. Apenas comienza a transitar los pasos de la preadolescencia y ya tuvo que responder de forma ante el ataque que sufrió Mailén, su madre, en 142 y 61.
Muchas cosas buenas tuvo que haber hecho esta mujer en los primeros años de vida de Enzo (a quien le debe el nombre a Francescoli) para generar un sentido de defensa espontánea y genuina que fue capaz de dejar de lado el miedo de vivir un robo en carne propia con tal de defender lo más preciado de la vida: el amor incondicional de alguien que te tuvo nueve meses en la panza para traerte a este mundo, que a veces se torna cruel e injusto…
El rostro apesadumbrado y temeroso ante el micrófono del cronista de la Red 92 que ayer entrevistó a su mamá por lo ocurrido, rápidamente se convirtió en una sonrisa confianzuda cuando en la charla sale de forma natural el nombre del club en el que juega al fútbol: “Ah, juega en la Libertad que hace de local en la canchita de 38 y 150…”.
Es que algunas palabras entre vecinos que recorren a diario las calles de La Plata alcanzan para bajar al llano una nota y la convierten en una conversación amena entre personas de carne y hueso que todos los días sufren los mismos problemas.
“Habíamos pasado la tarde en plaza Malvinas y mientras estábamos volviendo a casa acompañamos a una amiga con su perrita a su casa”, comenzó relatando una escena que le cabe y aplica a cualquier persona moral, en una rutina muchas veces repetida o realizada por cualquier ciudadano que fue a pasar una tarde en una plaza de La Plata.
“Los vimos venir y le dije al nene Corré. Antes nos habían preguntado qué calle era y me pareció extraño”, relató Mailén, quien se siente orgullosa del hijo que tiene.
“Al principio pensé en dejar las cosas en el piso para que se lleven lo que querían y se fueran. Pero después la preocupación mía fue doble porque le habían pegado a mi hijo cuando quiso defenderme. Tenía unas gaseosas y sandwichitos. Una pavada”, admitió.
Mailén reconoce que lo más grave de todo lo que le pasó en este particular Día de la Madre fue la mala experiencia y el trauma que le quedó a Enzo.
“Tuve que hablar varias veces con él. El lunes ya escuchábamos pasar algunas motos por los ruidos y nos asustábamos”, reconoció como evidente consecuencia de lo ocurrido.
Esta familia, como tantas otras de Los Hornos, reclaman volver a vivir en paz. Quieren recuperar la tranquilidad que alguna vez esta zona de La Plata supo tener.
Sueñan, al fin de cuentas, con que llegue un día en el que los niños vuelvan a jugar, ser felices y no tengan que andar defendiendo a sus padres de los motochorros.