El arte de fabricar guitarras

En la fabricación de guitarras es preciso, ante todo, saber elegir la madera, utilizando la clase adecuada en las diferentes partes que consta el instrumento. La madera debe estar bien curada, siendo preferidas las de abeto, caoba o palosanto. La tapa suele ser de pinabete. Para la fabricación, algunos constructores —antes de confeccionar con mucho esmero y prolijidad— adquieren valiosos muebles antiguos, cuya madera sea especialmente delicada, lo que influye en la buena sonoridad del instrumento.

Hacia la mitad del siglo XVII, la guitarra estaba muy de moda en la corte francesa y el rey Luis XIV se complacía en tocarla. Su maestro fue el guitarrista Roberto de Viseo, quien compuso para su augusto discípulo piezas inolvidables. No obstante, el patriarca de la moderna escuela fue el español Fernando Sors: habiendo quedado huérfano a los doce años, ingresó en el monasterio de Montserrat, donde comenzó sus estudios musicales. Muy joven se dio a conocer como notable compositor dramático. Asimismo, militó en el ejército de Napoleón alcanzando el grado de capitán. En París, Londres y San Petesburgo triunfó como el primer virtuoso de la guitarra. En la capital rusa, por ejemplo, escribió el célebre baile Hércules y Omfala, representado en conmemoración al advenimiento del emperador Nicolás I, en 1825. Curiosamente, cuando regresó a Paris murió pobre y casi olvidado por sus colegas.

La guitarra de concierto que hoy prevalece nació en las manos de don Antonio de Torres. Este veterano artista rompió con todas las tradiciones, creando nuevos planos y dotando al instrumento de sonoridades y matices insospechados. Las guitarras de este artífice son, entre sus semejantes, lo que los Stradivarius entre los violines, y se cotizan a precios muy altos. Otro luthier famoso fue el maestro Santos Hernández, que a fuerza de estudio y perseverancia perfeccionó lo que Torres había descubierto. Lo cierto es que, en manos de ilustres artistas, ha proporcionado a los públicos inefables emociones.