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El hombre que resolvió el mayor enigma de las matemáticas

Grigori Perelman es un genio ruso que resolvió una paradoja que desveló a los matemáticos de todos los tiempos.

La pregunta sobre la naturaleza del espacio tridimensional formulada en 1904 por Henri Poincaré, era uno de los siete problemas matemáticos del milenio propuestos por el Clay Mathematics Institute. El problema había desconcertado a matemáticos durante casi cien años hasta que Perelman publicó su solución en 2002.

Grigori Perelman –a quien llaman Grisha- provenía de las calles de Petersburgo, hijo de madre sola y padre emigrado a Israel, acceso vedado a la universidad por ser judío (aun en 1983 seguían rigiendo en la Rusia soviética el numerus clausus del zar: solo dos plazas para judíos cada diez mil estudiantes); la única chance que tuvo de estudiar en la Universidad de Leningrado era entrando en el equipo soviético de matemáticas.

Preparado por su madre, que era profesora de matemáticas y soprano frustrada, con la ayuda de un ex presidiario de diecinueve años que era una luz jugando al ajedrez callejero, Grisha lo consiguió. Viajó con el equipo soviético a Budapest, resolvió todos los problemas que le pusieron delante, ganó con puntaje perfecto la medalla dorada. Eso le posibilitó ingresar a la universidad, donde también brilló, a tal punto que, cuando se graduó con honores, se lo disputaron el Instituto Matemático Steklov de su país y la NYU de Nueva York, que finalmente lo convenció de aceptar un año de estadía con ellos.

En 2002, decidió subir en internet- en tres entradas- su resolución de la Conjetura de Poincaré. Cada entrega era más corta que la anterior: Grisha transgredió todo el protocolo de la matemática. No se amparó en un padrino, no trabajó en equipo, no envío su trabajo a una revista prestigiosa ni esperó pacientemente a que se lo revisaran. Fue tan sintético en su formulación porque no tenía ni tiempo ni ayuda para chequear ciertos desarrollos: trabajó absolutamente solo.

Tal fue el impacto de su descubrimiento que el Instituto Clay de Matemáticas de Cambridge, en Massachusetts, ofreció premiarle con un millón de dólares, algo que le hubiera cambiado la vida a cualquiera. Aunque se necesitaron varios años en confirmar su solución, el consenso final fue claro: lo había resuelto.

Pero lo asombroso vino después. Perelman no solo rechazó el millón de dólares sino que también recibir la Medalla Fields en 2006, considerada el Nobel de las Matemáticas. También rechazó numerosos puestos de trabajo en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo.

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