El Pasaje, lugar donde se gestó la magia de los Redonditos de Ricota

Fue un inmigrante español que se afincó en la ciudad de La Plata e hizo construir en el barrio donde transcurrió su vida una joya arquitectónica hoy convertida en shopping.

En 1929, Basilio Rodrigo inauguró una construcción con la certeza de que estaba haciendo para todos los tiempos un aporte al patrimonio arquitectónico de la ciudad. Ese edificio se encuentra en pleno casco urbano de La Plata y se erige en la manzana comprendida entre las calles 51 y 53 entre 4 y 5. En la actualidad funciona allí un shopping de 3.600 metros cuadrados distribuidos en cuatro plantas. Lleva el nombre del creador originario, del que muy pocos platenses conocen su historia.

Basilio Rodrigo era un español visionario que quiso darle a nuestra ciudad su primera galería comercial de excelencia, inspirado en la Galería Güemes de la ciudad de Buenos Aires. Para llevar a cabo su proyecto, compró cuatro lotes, hizo hacer los planos en 1927 y puso manos a la obra. Toda la planta baja estaba dedicada a locales comerciales, y se conocía con el nombre de El Pasaje. En la planta superior hizo construir ocho departamentos de lujo de estilo art nouveau de más de 250 metros cuadrados cada uno. Si bien la construcción actual se esforzó en conservar la carpintería metálica original, sus vidrios curvos que dan una amplia visión de la calle y los muy cuidados vitrales esmaltados y horneados con productos en base a óxido de metales de alta temperatura de origen europeo, la necesidad de multiplicar los módulos comerciales forzó a cambios sustanciales.

Poco se sabe de la historia personal de Basilio Rodrigo: que era de un origen social humilde, que llegó a nuestro país con solo 12 años, que se radicó en nuestra ciudad a instancias de su tío –un comerciante que fue uno de los primeros habitantes de La Plata–, que su voracidad por sobrevivir lo armó de numerosas astucias que le permitieron una movilidad social ascendente, por entonces facilitada en la Argentina, pasando de cadete de la tapicería de su tío a actividades de importación y exportación que le permitieron amasar un capital considerable que lo convirtió en miembro de la poco nutrida burguesía platense, y que vivió mucho tiempo en diagonal 80 esquina 6, y posteriormente en 53 y 4 .

Más de cuatro décadas después de alzada la construcción, el lugar se convertiría en una suerte de templo de los orígenes del rock en nuestra ciudad. En el sótano del edificio se reunían para ensayar un grupo de jóvenes formado por Skay Beilinson, Poli Castro, Carlos “Indio” Solari, Beto Verne, Pepe Fenton, Bernardo Rubaja, los hermanos Ricky y el nieto de aquel antiguo inmigrante español que llevaba su mismo nombre, el guitarrista Basilio Rodrigo; el semillero de lo que se convertiría en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Por esos años, El Pasaje se encontraba cerrado y era utilizado como set de filmación y, fundamentalmente, como lugar de ensayo de esa banda que alcanzaría resonancias míticas. Recuerda Guillermo Beilinson: “En esas noches todo era una improvisación constante. Era un fluir que pasaba de clima en clima. Quedó todo grabado, también están las cintas del sótano”.

Según el periodista y biógrafo de los Redonditos, Mariano del Mazo, fue en ese lugar donde comenzó la historia del grupo: “Allí comenzó todo. El embrión. Skay con el silbato marcando a cada uno de los otros músicos dónde entrar, dónde parar, para musicalizar las películas experimentales del Indio Solari y de Guillermo Beilinson, el hermano mayor de Skay. Esas largas zapadas que lentamente iban, como el Big Bang, teniendo alguna característica de canción. Ahí nacen las primeras canciones; cuando a ellos les sale el viaje a Salta, nace el nombre –porque no tenían nombre– y después tenían que tener canciones. Hay una grabación que está en YouTube, en un pésimo audio, donde se escuchan esas canciones que más bien eran zapadas redondeadas”. El periodista describe a Basilio Rodrigo nieto como alguien cuyas posibilidades económicas le permitían hacer acumular experiencias extravagantes: “En su mayoría, todos los integrantes de los Redondos eran de familias que estaban bien en general. Menos el Indio y la gente de La Cofradía de la Flor Solar, en la cual habría que meter a Rocambole. La Plata es una ciudad fascinante, porque está mucho más condensado todo: la Universidad provoca lo que provoca”.

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