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El Sargento García, un héroe bonachón

Fue uno de los personajes principales de la serie El Zorro. En los años 70 estuvo de visita en nuestro país, cosechando el cariño de las multitudes.

La campana que llamaba a clase era un cotidiano corte entre dos mundos y, en ese momento, Henry Calvin andaba por dos calles distintas a la vez, como la rayuela, con las piernas abiertas entre los cuadros. Había nacido en Dallas el 25 de mayo de 1918. La escuela a la que asistía en Texas no continuaba la vida, sino que abría en ella un paréntesis diario. Toda la voluntad y la imaginación de ese niño estaban puestas al servicio de un sueño: la música. En los recreos cantaba cómicamente tramos de arias con su potente voz que parecía carpintereada por ángeles, y sus compañeros lo envidiaban porque creían que no había hecho nada para merecerla.

Aunque él no se dejaba intimidar y le gustaba usar un fraseo teatral, modulado, haciendo pausas dramáticas, que embelesaban a todo aquel que lo escuchara. Por ser barítono, se destacó rápidamente en el coro de niños de la iglesia bautista a la que concurría todos los fines de semana con su familia. La gente lo saludaba, lo reconocía en las tiendas y en los cafés. Tal como habían previsto sus padres, una vez finalizado el colegio secundario lo enviarían a la Universidad Metodista del Sur y luego el joven Calvin podría continuar su meteórica carrera artística en Nueva York.

El escritor Martín Caparrós dice que el azar no tiene ideas, no tiene moral, ni pretende decirnos qué debemos hacer. A pesar de haber ido a probar suerte en Broadway, y haber sido contratado por la prestigiosa Radio City Music Hall, a Henry Calvin, como a muchos de su generación, la irrupción de la Segunda Guerra Mundial le cambió drásticamente la vida y fue reclutado como soldado para combatir contra los japoneses. Calvin apenas había cumplido 21 años y, según sus biógrafos, ascendió desde soldado raso hasta primer teniente en el frente de artillería de campaña asentado en el océano Pacífico hasta 1945.

Tenía un temple forjado en acero y una fabulosa capacidad para fijarse metas distintas. Cuando fue a la guerra sabía que había naufragado la posibilidad de dedicarse a la lírica, pero en los campamentos tuvo oportunidad de desplegar su histrionismo que brindaba a sus compañeros el consuelo de olvidar, siquiera por un momento, el drama que vivían. Volvió del frente decidido a ser actor. Desde el comienzo tuvo suerte con los castings, empezó a trabajar en cuanta obra surgiera: The chocolate soldier, en 1947; Sally, en 1948; y Happy as Larry, en 1950. Asimismo, hizo suya también la radio y llegó a ser presentador en la NBC, la cadena de radiodifusión más importante en la historia de los Estados Unidos.

Calvin no se enrojecía por nada ni se dejaba arredrar por ningún obstáculo o injuria. Deliberadamente, dejaba pasar las humillaciones en referencia a su corpulento abdomen y lo contrarrestaba con la gracia de quien no tiene más pretensiones que disfrutar nuevos desafíos. Tenía todas las características necesarias para el papel de Demetrio López García, mejor conocido como el Sargento García, en El Zorro. De modo que, en septiembre de 1957, firmó contrato con The Walt Disney Company y se convirtió en uno de los personajes más importantes de la serie: el humor y la ternura aportados a su personaje lo volvió pronto uno de los favoritos de la audiencia, junto a Diego de la Vega, interpretado por Guy Williams, quien en señal de advertencia dejaba una zeta trazada con la punta de su arma en el pecho de los vencidos, y también en los refugios de sus enemigos.

Su visita a la Argentina

Su rostro dio la vuelta al mundo y lo posicionó como un ídolo entre chicos y chicas que seguían el programa del héroe que, en total, contó con dos temporadas de 39 capítulos de media hora cada uno, y que se emitieron originalmente entre 1957 y 1959.

El historiador de El Zorro, Bill Cotter, escribió alguna vez a propósito de la participación de Henry Calvin: “Fue otro ejemplo del magistral casting que se hizo para los personajes principales de la serie. Es difícil imaginar que el programa hubiera sido tan exitoso como lo fue sin el desafortunado Sargento García y sus muchos esfuerzos por atrapar al escurridizo Zorro”.

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