El triste final de un patriota

Felipe Varela fue el jefe de una vasta insurrección que puso en pie de guerra a todo el Noroeste argentino.

“Este caudillo de triste memoria para la República Argentina ha muerto en la última miseria, legando sólo sus fatales antecedentes a su desgraciada familia”, anunció Belisario López, cónsul argentino en Chile. Así, en la más acérrima soledad, enfermo de tisis, murió uno de los mayores defensores de la Patria Grande, Felipe Varela.

Había nacido el 11 de mayo de 1821 en Huaycama, en el seno de una antigua y distinguida familia de Catamarca. A los 21 años, vio morir a su padre en un combate librado entre las fuerzas federales invasoras de Santiago del Estero y las unitarias de Catamarca. Sus constantes viajes y el trato con peones y pequeños ganaderos, hicieron entre la paisanada crecer el prestigio de este gaucho enjuto, criado sobre el caballo, que tenía siempre cubierta la cabeza con un sombrero ancho. Fue el heredero de la causa del Chacho Peñaloza, el que llamó a la rebelión para no participar en la guerra del Paraguay, y desde su campamento, el 6 de diciembre de 1866, proclamó: “¡Soldados federales! Nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la paz y la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás repúblicas americanas. ¡Ay de aquel que infrinja este programa!”.

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