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Jorge Porcel la simpleza de reír

Su humor directo, por momentos chabacano, y su aspecto de gordo pícaro lo hicieron muy popular, convirtiéndolo en un auténtico capocómico.

Desde La revista dislocada -un programa humorístico radial que luego pasaría a la televisión- hasta Carlito´s Way -la película en la que compartió cartel con Al Pacino y Sean Penn-, Jorge Porcel hizo un curioso camino hacia el reconocimiento público cuya cima alcanzó con el dúo que formó con Alberto Olmedo.

Tenía el don de provocar la carcajada marcando un hito en el humor televisivo y cinematográfico. “¿No es fino…?”, preguntaba retóricamente a manera de remate de una salida guarra. Precisamente, su falta de refinamiento, su humor sin vueltas, su deliberada vulgaridad, su falta de pretensiones, le permitió que el público lo sintiera muy cercano, el “gordo” de la familia que los hacía reír.

Jorge Raúl Porcel de Peralta nació en Avellaneda el 7 de septiembre de 1936, hijo de una ama de casa y un taxista. Pasó su infancia jugando al fútbol en la vereda y yendo a la cancha a ver a Racing: “De mi niñez recuerdo ese hedor inaguantable y casi familiar del Riachuelo, y el olor a lavandina, porque en mi casa eran fanáticos de la limpieza”. Fue en sus años de vagancia que se hizo experto en el doble sentido y en todos los recursos de la picaresca callejera. Le gustaba cantar tangos en el patio de su casa. Una noche fue a comer a un restaurante y se encontró a Juan Carlos Mareco, un conductor uruguayo que ya relumbraba en la radio y la televisión. Le dijo que le gustaba cantar. Mareco le pidió una prueba ahí mismo. Porcel cantó Sur. Luego de aplaudirlo, Mareco anotó en una servilleta: “Yo, Juan Carlos Mareco, digo que Porcel va a triunfar”, y estampó su firma. A los dos meses, Jorge Porcel debutó en La revista dislocada, uno de los programas de radio más escuchados por entonces.

En 1964 tuvo su primer programa televisivo propio, que fue bautizado Los sueños del Gordo Porcel. A partir de ahí, la obesidad comenzó a ser su nombre de pila. Después vendría Operación Ja Ja, un programa creado por los hermanos Sofovich del que saldrían figuras como Juan Carlos Altavista, Fidel Pintos, Javier Portales, Adolfo García Grau y Alberto Olmedo con quien integraría una de las duplas cómicas más populares de nuestro país: “Me llevaba muy bien con Olmedo, él me escuchaba. En los viajes yo le servía de almohada. Él era el quijote de la noche porteña”.

Su primera aparición cinematográfica fue en Disloque en Mar del Plata, una película en blanco y negro,sobre guión de Abel Santa Cruz, que fue la traslación de La revista dislocada al cine. Esa fue la primera de las cincuenta películas que interpretaría explotando el efecto cómico de su gordura y su característica colección de gestos, que llegarían al paroxismo en su dupla con Olmedo, acompañados por un tándem femenino: Susana Gimenez y Moria Casán.

Uno de sus sketches más populares fue “La Tota y la Porota”, interpretado junto a Jorge Luz en Las gatitas y ratones de Porcel. Personajes que interpretaban a dos típicas amas de casa de clase media, que conversaban en la vereda en batón, y que alcanzaron tal popularidad que terminaron teniendo su propio programa televisivo.

La muerte de Alberto Olmedo fue un mazazo no sólo en su vida sino también en su carrera profesional. Parecía haber perdido la brújula. Se sentía absolutamente desengañado: “El éxito y el fracaso son dos impostores”. Llegó a algunas conclusiones amargas: “En la calesita de la vida tuve la suerte de sacar muchas veces la sortija. Pero conozco bien las reglas del juego. Cuando la calesita para, la sortija la tenés que devolver”. Poco a poco se fue alejando de las candilejas. Se mudó a Miami, donde era muy conocido en la comunidad hispana. Puso un restaurante, y volvió a la televisión, en el Canal 44 de Florida, con A la cama con Porcel. En 1993, pasó por la puerta grande del cine, convocado por Brian de Palma, para formar parte del elenco de Carlito’s Way, en el papel de un mafioso.

Jorge Porcel murió a los 69 años. Había dejado atrás al actor cómico y estaba mucho más cerca de parecerse a un pastor evangelista. Fue enterrado en el panteón de la Sociedad Argentina de Actores del Cementerio de la Chacarita.

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