Cultura

José de Zer, a las puertas de todos los misterios

Fue el movilero que dejó la huella más particular en la historia de la TV argentina, por su insólita manera de cubrir las noticias.

El mundo de José de Zer vasculaba entre el reality y la ficción. Era un exitómano, su droga era el rating y no temía a la sobredosis. Fue innovador y se permitió audacias que con el tiempo se fueron naturalizando y hoy son moneda corriente en televisión. Aún se lo recuerda por sus cacerías de alienígenas en vivo y sus dotes actorales que hicieron estallar el nivel de encendido.

Su padre era iluminador de teatro y de chico José trabajó de boletero. Allí se convenció de que su vocación era ser actor. Lo que no sabía era cómo iba a hacer para lograrlo. No obstante, el azar le puso uniforme y lo hizo marchar como subteniente de reserva a la Guerra de los Seis Días (1957) que enfrentó a Israel -De Zer era judío- y a la por entonces llamada “República Árabe Unida” (actualmente Egipto, Siria y Jordania).

Una vez que regresó al país, empezó su carrera periodística. En 1970 integró el staff del programa de radio Generación espontánea, que iba de 00.30 a 5 por Radio Belgrano, y que hacía junto a Miguel Angel Merellano y Enrique “Jarito” Walker.

Precisamente este último, que años después integraría la ominosa lista de desparecidos por la última Dictadura, había creado una revista frívola y de gran éxito, Gente, y lo invitó a sumarse al staff. Por esos años, también colaboró en el semanario Siete Días.

Pero su fama comenzó a crecer cuando fue convocado como reportero de Nuevediario, llevándolo con sus notas a aumentar el rating exponencialmente.

Aquel clásico de la pantalla local, en su momento, fue catalogado de amarillista, de apelar al morbo y de contar noticias con ingredientes ficcionales. Pero sus mediciones de audiencia nunca bajaron de 40 o 50 puntos, cifras hoy inimaginables para cualquier noticiero. Ese personaje esmirriado, que se calificaba a sí mismo de “sociópata”, fue, quizá, su cara más reconocida. Se solazaba en las situaciones de incomodidad y violencia; allí donde otro, por pudor o temor, se hubiera alejado, él se sentía atraído irresistiblemente. En un reportaje que le hizo la revista Siete Días en el año 1972, cuando era estrella mediática en ascenso, dijo: “Soy como el periodista encarnado por Marcello Mastroianni en La dolce vita. Ante el dolor de una vieja que necesitaba ayuda, le decía al fotógrafo que sacara fotos, en vez de aliviarla”.

Trabajó en el noticiero hasta 1994, gracias a la incondicionalidad de una audiencia que buscaba no enterarse, sino entretenerse; seguir las alucinadas andanzas de un personaje extravagante que sabía que la noticia estaba en su gestualidad, en sus exabruptos, en sus giros asombrosos e hilarantes. De Zer tenía una gran facilidad para dar con lo insólito: extraterrestres, gnomos maléficos; trajinó casa embrujadas y siguió pistas de misteriosos narcotraficantes.

A finales de la década de 1980, De Zer llegó a La Plata. En ese momento ya era una de las voces destacadas de la televisión argentina; recientemente había conquistado una gran audiencia con los extraños casos de avistamientos de ovnis en el cerro Uritorco en Córdoba, donde no solo se habían registrado luces y figuras en el cielo, sino también marcas en el pasto. En medio de ese clima de exitismo y morbo, el periodista y el inefable camarógrafo platense Chango” vinieron a cubrir lo que estaba ocurriendo, tras la denuncia de un parapsicólogo que decía tener fotos de extraterrestres tomadas en nuestra ciudad.

Fue en La Plata, en una de sus coberturas, que acuñó el latiguillo “Seguime Chango”, una manera de involucrar no solo al camarógrafo, sino también al televidente, en sus lances inverosímiles. Cada cobertura implicaba una nueva puesta en escena; De Zer, finalmente fue lo que de chico aspiraba ser: actor. Se inventó un personaje de periodista para quien la realidad era solamente una excusa.

José de Zer vivió solamente 56 años (murió el 2 de abril de 1997). Tiempo después de su muerte, su fiel amigo, Carlos “Chango” Torres señaló: “A José lo mató la misma televisión. La televisión se come a la gente. Hoy sos Gardel y mañana, si no apareciste, no sos nadie”.

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