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La historia de César: vive en la villa 31 y se recibió de arquitecto gracias a la UBA

Perseguía el sueño de poder recibirse y ahora da clases a los ingresantes de la universidad. Destacó el rol de la educación pública en su vida.

Para ver el impacto de la educación pública en la sociedad no es necesario mirar grandes avances tecnológicos ni logros extravagantes, sino que alcanza solo con escuchar a cada una de las personas que pudieron mejorar sus vidas gracias a haber tenido acceso a la universidad en la Argentina.

Ese es el caso de César Luciano Sanabria, graduado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero también profesor de la prestigiosa institución, quien contó su historia y la compartió con todos para destacar el rol de la educación de acceso gratuito en el país.

“Para mí, la UBA es orgullo”, sentenció el joven a través de un emotivo video. “Vivo en la villa 31, ahora se llama barrio Padre Carlos Mujica; soy arquitecto”, dijo con emoción.

“No solo lo digo yo, lo dicen los resultados: la Universidad de Buenos Aires es de las mejores del mundo”, enfatizó el profesional, quien destacó: “Me dio la posibilidad de acceder a un conocimiento gratuito y de calidad”.

Asimismo, contó que también se desempeña como docente en el Ciclo Básico Común (CBC), que constituye el primer contacto con las carreras de la UBA y, en general, se cursa durante el primer año de los estudios universitarios.

“Me siento con la responsabilidad de transmitir a otros jóvenes esa pasión que me dio la UBA”, enfatizó César. “Si uno tiene metas y objetivos, tiene que luchar por ellos: se puede, los sueños están para cumplirse”, aseguró.

Otro arquitecto que ­emocionó a todos

En ediciones anteriores, diario Hoy dio cuenta de la historia de ­Alejandro, un arquitecto que llegó desde Salta para estudiar y se convirtió en el primer recibido de su familia. Un video publicado por la Unsam mostró los festejos y las palabras de la mamá del joven profesional, que hicieron emocionar a todo el país.

“Enfrentar este desafío fue un camino de ida al crecimiento personal y a mi desarrollo profesional. La universidad fue un lugar de contención por el conocimiento que se comparte, pero, sobre todo, por el sentido de comunidad que pude encontrar acá. Siento que finalizo esta etapa de mi vida con mucho para agradecer a la facu: me dio amigos, colegas, gente linda que sabe mirar al otro de igual a igual sin importar las diferencias”, señaló.

La emoción de la familia de Alejandro se viralizó y conmovió a todos, no solo por las palabras de su madre, sino también porque dejó una prueba contundente de cómo el acceso a la educación pública, gratuita y de calidad puede impactar de lleno en la calidad de vida de las personas.

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