cultura

La historia del “Aduanero” Rousseau

La pintura de Rousseau destaca por su enorme nivel de detallismo.

Henri Rousseau fue de aquellos artistas con nula formación académica. Con el tiempo se supo que era alguien que no era hijo de ninguna escuela, de ninguna corriente, salvo de si mismo: un pintor que iba por un camino que nadie compartía con él. Al no terminar la escuela, fue a parar al ejército y luego, por los servicios prestados a la patria, recibió un puesto como inspector de provisiones en uno de los accesos de París -de allí surgió el apodo de “Aduanero”-, donde empezó a pintar sus cuadros al aire libre durante sus ratos de descanso. Sus cuadros no iban a parar a las grandes mansiones, sino a las cocinas en las casas de panaderos, pescadores o verduleros de Montmartre.

Pablo Picasso no permitía que nadie se considerase más moderno que él, salvo el “Aduanero” Rousseau, que un día le dijo: “Somos los dos más grandes pintores vivientes, yo en lo moderno y tú en lo primitivo”. Picasso donó el primer Rousseau que tuvo nada más ni nada menos que al Museo Louvre.

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