cultura

La obra más polémica del Louvre

La Apoteosis de Homero fue pintada en 1827.

Cuando el francés Jean Auguste Ingres pintó su Apoteosis de Homero —exhibida en el Museo Louvre— tuvo el cuidado de que no figurasen William Shakespeare ni Goethe entre los numerosos autores modernos que rindieron homenaje al rapsoda de Chíos. Sucedía que ambos autores no habían sido lo suficientemente ortodoxos en sus tendencias clásicas. Esta es la vieja y famosa Historia del Arte reducida a una fórmula, la cual formaba parte entonces de un programa político. De tales principios no pudo nunca obtenerse nada bueno; lo único que se logró con esta forma de proceder fue la reacción lógica de este movimiento absurdo, ya que —después de largos períodos de restricción— las artes terminaron rebelándose más violentamente que nunca.

Homero es probablemente uno de los personajes literarios más importantes de todos los tiempos. Algunos creen que en realidad nunca existió, otros defienden que sí, y aunque la Ilíada y la Odisea no salieran de su imaginación, piensan que simplemente se dedicó a transcribir la tradición oral (el storytelling) que pasaba de generación en generación. A propósito de la composición de la pintura, Ingres elaboró un triángulo perfecto entre la posición de Homero y las dos mujeres a sus pies. Ambas son alegorías de sus dos obras. A la izquierda, vestida de rojo, vemos la alegoría de la Ilíada, con una espada a su lado, que representa la lucha en la Guerra de Troya. En el lado derecho, la alegoría de la Odisea viste de verde y lleva con ella un remo, que representa el largo viaje que hizo por mar Ulises u Odiseo para regresar a su amada tierra Ítaca.

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