La vida de las chicharras: los insectos que le ponen música al verano

Durante los meses del verano, desde los árboles de la ciudad baja un sonido que divide aguas: los platenses lo aman o lo odian. Una especialista habló con diario Hoy sobre la vida de estos insectos.

Cicádidos, chicharras, cigarras o cicadas son algunos de los nombres con los que se conoce al insecto que en los meses más cálidos del año se posa en los árboles y chilla a la hora de la siesta. La música de las chicharas es, para muchos, un canto hipnótico; un sonido que seduce y encanta, y estrictamente hay mucho de cierto en esto.

En el mundo se conocen unas 4.000 especies de chicharras, de las cuales más de 100 se encuentran en la Argentina. Se trata de un ser vivo que pertenece al grupo de insectos hemípteros, caracterizados por un peculiar aparato bucal picador-suctor que les permite alimentarse de la savia de árboles y otras plantas.

En diálogo con diario Hoy, la doctora Gimena Dellapé, investigadora del Conicet e integrante de la División Entomología del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, explica por qué es posible que estos insectos canten: “Los distintivos cantos de las chicharras son producidos por un par de estructuras localizadas en la base del abdomen llamadas timbales, que consisten en placas membranosas o quitinosas. El sonido se produce cuando las placas vibran rápidamente por las rápidas contracciones de los músculos adheridos a ellas, y se amplifica por grandes sacos de aire localizados por debajo de los timbales, órganos que solo se encuentran en los adultos machos”.

No obstante, señala Dellapé, las chicharras no cantan para los seres humanos sino que lo hacen para ellos, para establecer comunicación. “Para escuchar el canto de otras chicharras, tanto hembras como machos poseen un órgano llamado tímpano, adyacente al timbal”, detalla. Y revela por qué las chicharras alternan entre cantos cortos y largos: usan los cortos para probar la vibración hasta alcanzar la deseada, luego de lo cual lanzan el sonido más largo.

“El penetrante zumbido de las chicharras es sinónimo del calor en los veranos de clima templado y cálido. Los machos adultos llaman desde las copas de los árboles para atraer parejas, en coros específicos de cada especie. Las atraen para la cópula, para reproducirse. Pero también emiten un fuerte chillido como respuesta a un sobresalto, al acecho de predadores o cuando uno las agarra con la mano. Este es un chillido diferente, no es como el canto característico”, explica.

Datos sorprendentes

En lo que respecta al ciclo de vida de estos insectos, la investigadora del Conicet y docente de la UNLP señala que las hembras ponen sus huevos sobre las plantas y, más tarde, nacen las chicharras jóvenes, también llamadas ninfas, que caen al suelo y penetran en la tierra. Desde ese momento “poseen el primer par de patas adaptado para cavar”, dice y agrega: “Las ninfas viven dentro de la tierra de 2 a 17 años, dependiendo de la especie, y se alimentan de la savia de las raíces. ¡17 años es muchísimo para un insecto!”.

Saber que las chicharras viven casi dos décadas conduce, ineludiblemente, a una pregunta, la pregunta del millón: ¿qué hacen durante el invierno? “Pasan los días bajo la tierra, alimentándose de xilema, es decir, la sabia de las raíces”, explica Gimena Dellapé. Pero mucho antes, también, lo había explicado la genial María Elena Walsh: “Cantando al sol como la cigarra/Después de un año bajo la tierra/Igual que sobreviviente/Que vuelve de la guerra”.

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