CULTURA

Los difíciles comienzos de Albert Einstein

Fue uno de los mayores científicos de todos los tiempos, sentó las bases para entender el universo de otra manera. No le fue fácil dar los primeros pasos.

Existe una carta de Hermann Einstein, escrita en 1901, en la que se refiere a su hijo Albert, quien entonces tenía 22 años, expresando: 'Mi hijo se siente profundamente desafortunado con su actual situación de desempleo. Día a día, crece en él la sensación de que su carrera va desencaminada'.

Para Albert Einstein, las cosas no empezaron de manera sencilla. Era un alumno mediocre, ya que no mostraba interés en el método de enseñanza en el colegio: proporcionar respuestas a preguntas que no habían sido generadas por la curiosidad del estudiante. Su diagnóstico fue: 'Es casi un milagro que los modernos métodos de enseñanza no hayan sofocado aún la sagrada curiosidad de la investigación, ya que esta delicada planta necesita, sobre todo, libertad... Creo que incluso un animal depredador perdería el apetito si se le obligara continuamente, a punta de látigo, a comer cuando no tiene hambre'. Desde niño descubrió que no existían verdades inamovibles, certezas eternas. Nada permanece inmutable, ni siquiera las conclusiones de los sabios. Como adulto, expresó: 'Basta ya. Newton, perdóname; encontraste el único camino posible en tu época para un hombre de máxima capacidad intelectual y creativa... aunque ahora sabemos que debemos reemplazarlo por otros caminos más alejados de la experiencia inmediata si aspiramos a una comprensión más profunda de la realidad. ¿Pretende ser esto una necrológica? Yo diría que, en esencia, sí'.

En 1905, mientras trabajaba en la oficina de patentes de Berna, Suiza, donde había completado su doctorado en física, Albert Einstein publicó una serie de cinco trabajos en la revista científica líder de la época, los 'Annalen der Physik', resolviendo algunos de los problemas más desafiantes que la física planteaba en ese momento. El primero de estos artículos llevaba por título 'Sobre un enfoque heurístico relativo a la emisión y transformación de la luz', donde sostuvo que la luz poseía una naturaleza corpuscular y se comportaba como una lluvia de partículas cuya energía se concentraba en 'quantos', ubicados en el espacio y que solo podían ser absorbidos o generados en paquetes. Estas reflexiones sentaron las bases de lo que más tarde se conocería como la mecánica cuántica y la física atómica. Este trabajo fue el que en 1921 le valió el Premio Nobel.

Su tesis doctoral versó sobre el tamaño de las moléculas, en una época en la que se debatía la existencia real de las moléculas y los átomos. Sin embargo, su logro más destacado llegó cuando abordó el tema del tiempo y las distancias cambiantes, transformando para siempre nuestra visión del mundo. El título de este aporte fue 'Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento', pero se lo conoce en la historia como la Teoría de la Relatividad.

La Teoría de la Relatividad no fue aceptada de inmediato. La comunidad científica de la época planteó numerosas objeciones a esta concepción audaz que desafiaba conceptos establecidos a lo largo de siglos, basados en la teoría de Newton, que concebía el espacio como un escenario inmóvil y el tiempo como algo absoluto y universal.

Según esta concepción tradicional, el tiempo y el espacio eran entidades absolutamente independientes. Einstein desafiaba esta certeza: el espacio-tiempo depende de los observadores; dos eventos que son simultáneos para uno de ellos pueden no serlo para el otro, lo mismo ocurre con las duraciones y las longitudes; un segundo no necesariamente dura lo mismo para dos observadores diferentes. Ya no había un reloj que marcara la hora para todo el universo. Según Einstein, el espacio podía curvarse y hacer que el tiempo transcurriera de manera diferente.

En su época, no había forma de probar la veracidad de las afirmaciones de Albert Einstein. Sin embargo, años después, con el avance de los laboratorios y los ciclotrones, cada uno de los postulados del sabio alemán pudo ser comprobado. En 1919, durante un eclipse, se pudo confirmar que la masa del Sol curvaba las líneas rectas de los rayos de

luz, alterando la estructura del espacio-tiempo. Albert Einstein fue capaz de concebir una visión global del universo, finito y cerrado sobre sí mismo. Demostró que la ciencia está más cerca de la poesía que de los dogmas."

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