Nobel de Química para un método que permite observar las moléculas en 3D

Los tres investigadores idearon la criomicroscopía electrónica, una técnica que permite sacar fotografías con resolución atómica de las proteínas. Se trata de un descubrimiento clave para el mundo de la Medicina

La Real Academia Sueca de Ciencias otorgó el Premio Nobel de Química 2017 a Jacques Dubochet (Suiza), Joachim Frank (Alemania) y Richard Henderson (Reino Unido), por desarrollar un método revolucionario que permite observar las moléculas sin alterar sus propiedades. 

La estructura de las moléculas está directamente relacionada con lo que son capaces de hacer, por lo que poder conocerla y fotografiarla ayuda a entender sus funciones. La criomicroscopía electrónica ha permitido congelar esas biomoléculas en movimiento y tomarles una foto con resolución atómica.

Por ejemplo, hay proteínas que provocan resistencia a quimioterapias contra el cáncer o a los antibióticos, que se usan contra las infecciones. Con este descubrimiento, se las ha podido observar con suma precisión. Un caso testigo que ha resuelto este invento es el del virus zika, que los investigadores creían causante de la epidemia de bebés nacidos con daños cerebrales en Brasil. Así, al emplear la criomicroscopía y obtener las fotografías tridimensionales, los médicos pudieron empezar a buscar fármacos con los que combatir la infección.

Hasta 1990, se creía que los microscopios electrónicos solo servían para obtener imágenes de materia muerta, porque los haces de los electrones destruían la materia viva. Sin embargo, ese año, Richard Henderson (Laboratorio de Biología Molecular MRC en Cambridge) logró utilizar uno de estos aparatos para generar una imagen tridimensional de una proteína con resolución atómica. Joachim Frank (Universidad de Columbia) fue más allá y logró procesar las imágenes bidimensionales borrosas obtenidas por el microscopio electrónico, analizarlas y combinarlas para obtener una estructura tridimensional y bien definida.

Por último, Jacques Dubochet (Universidad de Lausana) fue el responsable de controlar el papel del agua en el proceso. En el vacío de un microscopio electrónico, el agua líquida se evaporaba y hacía que las biomoléculas perdieran su forma original. Pero a principios de los 80, Dubochet logró congelarla con la suficiente rapidez para que se solidificara alrededor de una molécula biológica y mantuviera su estructura natural, incluso en el vacío del microscopio electrónico.

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