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Norma Aleandro, una gran actriz que debutó en La Plata

Es unánimemente considerada una de las mayores actrices argentinas de toda la historia. Lo que pocos saben es que su primera actuación se produjo en nuestra ciudad.

Norma Aleandro nació el 2 de mayo de 1936 en una bohardilla de la Avenida de Mayo, arriba de una sucursal de Correos. El año anterior, sus padres -ambos actores: el argentino Pedro Aleandro y la española María Luisa Robledo- habían tenido en Madrid a su primera hija, que también sería actriz María Vaner-.

Sus padres le hicieron respirar muy tempranamente los aires del teatro. A los nueve años, Norma ya leía a Shakespeare, y hacía sus primeras incursiones en los escenarios. Su debut, se produjo en el a atrio de la Catedral de La Plata con un auto sacramental, El hospital de los locos, de Valdivieso, dirigido por Julio Vier: “Toda mi vida me acordaré de cuántos escalones van del atrio a la puerta de la catedral, son 37, debía recordarlo a cada momento”.

A los 15 años ingresó al Instituto de Arte Moderno. Los comienzos no fueron fáciles: “Mi primera profesora fue Simone Garma, que allá por 1951 acababa de importar el Método a la Argentina, y por quien yo sentía una adoración que llegaba al fanatismo: era una mujer espléndida y misteriosa, como una diosa para mí. Y así sufrí uno de los golpes más rudos de mi vida, cuando después de una improvisación la Garna me llamó aparte y me dijo: No siga haciendo teatro, usted no sirve”. Al año siguiente, Norma Aleandro actuó en la compañía de Ana Lasalle, con Tú una vez y el diablo diez, de Jacinto Benavente: “Yo estaba aterrada, me acuerdo que me parapeté detrás de un sillón y así, aferrándome con desesperación al respaldo, lancé mis parlamentos”. A partir de entonces, comenzó a vivir de su trabajo.

El dramaturgo Osvaldo Dragún integró a Norma Aleandro al Teatro Fray Mocho, un grupo que también integraban, entre otros, Jorge Rivera Lopez y David Stivel, quienes formaron una cooperativa que llevó adelante uno de los programas de televisión más emblemáticos de esa época: Historias de jóvenes.

En los años 60 formó pareja con Alfredo Alcón. Se conocieron en 1950, en el elenco de Las Dos Carátulas, el histórico radioteatro emitido por Radio Nacional. Evocaba Norma Aleandro: “Éramos noviecitos de esos de tomaditas de mano en plaza Francia, de mirarnos a los ojos, de ir a tomar café juntos”. El noviazgo terminó cuando Alcón consiguió una beca para irse a España y se casó allí. Algunos años después, Norma Aleandro conocería a uno de los grandes amores de su vida, el escritor David Viñas. Un romance que se consumió en su propia intensidad y que dejaría, como secuela, una amistad que se mantuvo a lo largo de los años: “Cuando terminé mi relación con David Viñas –fue estupenda, nos queremos mucho aunque aquello terminó, somos grandes amigos- pensé que no iba a volver a enamorarme”. Se volvió a enamorar. Primero de Oscar Ferrigno -con quien tendría un hijo, actor también, como ellos-.

A los 20 años comenzó a entregarse a los grandes papeles que la ubicaron entre las mayores actrices de nuestra escena: “Yo nunca hice distinción entre el teatro comercial y el otro; me parece ociosa; pero reconozco que en el otro me encontré a mí misma”. Alguna vez dijo que su mayor virtud es haber luchado siempre contra la comodidad. Como todo artista de verdad, Norma Aleandro siempre aceptó nuevos desafíos. Un crítico dijo en una importante revista de la década del 60: “La actriz más encumbrada de Buenos Aires en este momento, no ha tenido suerte con el cine: tal vez porque su agresiva nariz no es fotogénica, tal vez porque su fascinadora personalidad no adquiere total dimensión sino en el escenario”. El pronóstico sería desmentido minuciosamente por los hechos, ya que Norma Aleandro actuó en muchas de las principales producciones cinematográficas argentinas, entre ellas, una película que fue candidateada al Oscar y otra que lo ganó -La tregua y La Historia Oficial-, además de La Fiaca, Operación Masacre, Los siete locos, No toquen a la nena, El hijo de la novia y Cleopatra, entre otras, que le permitieron ganar el Globo de Oro, del David de Donatello, el Sant Jordi y el Premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes y en el Festival de San Sebastián.

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