Otra platense recibió carta y foto de bendición especial del Papa

La docente y escritora Alcira Antonia Cufré envió hacia fin de año una carta con un obsequio para Jorge Bergoglio. Ese paquetito que cruzó el océano contenía dos libros de la autora platense, con la vida de Inmigrantes en la Argentina. "Fue el obsequio y el regocijo porque él mismo tiene genes italianos", contó la jubilada docente.

UNA CARTA DESDE EL VATICANO, QUE DICE...

Para la escritora Alcira Antonia Cufré: “La Secretaría de Estado presenta atentos saludos y se complace en acusar recibo del obsequio remitido al Santo Padre. La misma Secretaría agradece este amable gesto, en nombre de Su Santidad, quien corresponde con un recuerdo en la oración e impartiendo la bendición apostólica, prenda de copiosos dones divinos”.
UNA MUJER PLATENSE CREYENTE Y AGRADECIDA, QUE CUENTA...

“Casi me morí al recibirla en mi domicilio. No la traje porque es un tesoro, ¿¡sabés lo que es recibir esto del Papa!? Me da la bendición apostólica”.

Así empezó a contar su alegría esta persona bella y simple, que en la visita por primera vez a la redacción de Hoy, nos dejó una linda historia y todo un mensaje de los frutos dulces que perseverancia. Alcira Antonia Cufré, una escritora eterna, docente jubilada, que no para un minuto, y en su tránsito por la tercera edad proyecta, sueña, concreta, comparte.

No es practicante religiosa, pero conoció muy de cerca a Jorge Bergoglio en ocasión de un Tedeum. Ya cuando fue designado el Sumo Pontífice pensó en hacerle un regalo. Y así fue que mandó sus dos primeros libros sobre “Inmigrantes en la Argentina”, impresos en el año del Bicentenario.

La vecina del barrio San Lorenzo contó cómo fue posible. “Me comuniqué por mail con el Arzobispado. Me respondieron con la dirección del Vaticano. Sólo me quedó enviar el regalo: una carta, dos libros y un CD con el Himno de los Inmigrantes italianos, cuya letra es de su amiga Josefina Beatriz Nicoletto Franceschinis, composición de María Laura Contín y voz del barítono Juan Odo.

Sus amigos en las fiestas de fin de año le decían que estuvo bien, pero que se olvide de esperar una respuesta, porque Francisco tiene como cinco habitaciones llenas de cartas”.
Pero en menos de dos meses, el pasado 4 de febrero, en su casa del barrio UOM, en 28 entre 80 y 81, entre la pila de impuestos y un “rosario” de cuentas a pagar, llegó la sorpresa.

"Lo del Papa fue en febrero -cuenta Cufré-, pero en diciembre me avisaron que había ganado un concurso internacional de poesía para italianos, organizado por los de la región del Molise".

“En mi máquina computadora aparecen cosas mágicas. Abrí un correo y era una invitación a estar en la Feria del Libro de Buenos Aires. Las editoriales, los buscadores, parece que revisan sobre temáticas nuevas que sean interesantes y encontraron mis libros de los inmigrantes. Así fue que recibí una invitación para la Feria del Libro y de repente me vi yendo todos los días con mi cargamento de libritos hacia Capital”, explica una mujer sencilla, agradecida y que llegó a este presente luego de sufrir un accidente en la calle.

Del dolor al renacimiento

Inmovilizada por una caída que le dejó innumerables dolores físicos, hace tres años, Alcira cuenta que “para no morir de locura de estar prisionera del dolor, me ponía a escribir… Ya de niña se acostumbró a mitigar las cosas no tan doradas del mundo cuando su padre, que trabajaba en turnos en YPF, les pedía a sus hijos silencio en casa para conciliar un buen sueño y descanso reparador. “En casa había que estar en silencio y se leía muchísimo. Y nos decía a los tres hijos: ‘todos los días voy a leerl lo que escribieron’. Así era que llegaba y le decía a mamá ‘Dora, ¿cómo se portaron? ¿leyeron? Alcirita, vos ¿qué leíste? Prestaba atención a lo que leíamos, y así fue como aprendí a escribir, mi hermana salió maestra y bibliotecaria”.

Cuando aquella caída en la calle apareció una persona en su vida, que la ayudó a calmar sus padecimientos corporales. Ese fue Manuel, un sanador de Gorina, que apenas la vio le dijo “el libro de mi vida lo vas a escribir vos”. Alcira así recuerda aquel encuentro en una ex fábrica de Gorina: “me dolía todo el cuerpo, había caído en la calle en una faltante de baldosa. Su amiga Josefina le dijo ‘yo no aguanto verte así”, y le presentó a Manuel. Ella estaba recién accidentada, dolorida, pero no desmotivada para escribir. Y escribió “Manuel, el discípulo abnegado” con testimonios de los que cada madrugada hacían cola para recibir una ayuda de sanación.

“No creo sólo en la religión católica sino en todas, por ejemplo en el judaísmo, el hinduismo, estudié todas ellas, que incluso tengo un primo que escribió sobre eso. Me gusta la metafísica”, agrega Alcira, maestra de Literatura y Ciencias Naturales.

Con una sonrisa fresca, da la promicia: “estoy construyendo el tercer libro de inmigrantes”. Sus sueños no se han detenido. Piensa hacer mucho más, como publicar todos sus libros digitalizados. Y conocer Italia, otro proyecto junto a su pareja Donato Mignona, con quien comparte la comisión de cultura de la FAILAP.