medioambiente

Preocupa el impacto de la actividad del hombre sobre la Tierra

Según un equipo internacional formado por expertos en Ecología, Climatología y Ciencias Ambientales, la ocupación humana de territorios vírgenes provoca cambios once veces más intensos que el clima.

La mayor parte de las islas habitadas del mundo fueron víctimas de, al menos, dos oleadas de asentamientos diferentes, cada una con cambios específicos y con secuelas cada vez más complejas.
De acuerdo al estudio realizado por un equipo internacional formado por 25 expertos en Ecología, Climatología y Ciencias Ambientales, “la colonización humana provoca cambios en la vegetación de islas de todo el mundo 11 veces más intensos que el clima”.

La investigación, publicada en la revista Science, se llevó a cabo en 27 islas de todo el mundo, con ubicaciones geográficas y corrientes climáticas tan diversas como peligrosas. Entre ellas se destacan las porciones de tierra de los océanos Pacífico, Atlántico, Índico y Ártico.

Para cuantificar el impacto humano, el equipo se centró en registros de polen fosilizado de hace 5.000 años, lo que permitió entender la composición de la vegetación de cada una de las islas analizadas y evaluar los cambios de las muestras a lo largo de los años.

En este sentido, Sandra Nogué, investigadora de la Universidad de Southampton (Reino Unido) señaló que “las islas son laboratorios ideales para medir el impacto humano”. “La mayoría fueron colonizadas los últimos 3.000 años, cuando los climas eran similares a los actuales”, agregó la especialista.

Según explicaron los investigadores, las modificaciones causadas por la acción humana son irreversibles y se siguen reproduciendo siglos después de la colonización de las islas.

En Islandia, por ejemplo, a partir del año 920 las costumbres de los primeros pobladores intensificó la erosión, aceleró cambios en la vegetación y provocó la destrucción de bosques nativos.

Si bien todas las colonizaciones humanas dejaron secuelas en estos ecosistemas vírgenes, las modificaciones varían de acuerdo a la época en la que se producen los procesos migratorios. “El medio ambiente de las que fueron colonizadas por poblaciones más modernas, como las Galápagos (habitadas por primera vez en el siglo XVI), o la neozelandesa Poor Knight, recibieron más impacto”, sostuvo Nogué. Luego agregó: “En cambio, las ocupadas previamente recibieron poblaciones más primitivas, que desarrollaron una vida más ligada al ritmo natural y más sostenible”.

El caso de Malvinas

Durante decenas de miles de años, el archipiélago fue habitado por cientos de ejemplares del lobo zorro de las Malvinas, un mamífero carnívoro de dimensiones intermedias entre las de los animales que componen su nombre.

Con el tiempo, la especie se convirtió en el blanco de cazadores británicos y estadounidenses, quienes explotaron el comercio de pieles hasta provocar la extinción del animal.

El registro histórico más antiguo sobre este animal se dio en 1690, durante el viaje del marinero inglés John Strong a Malvinas.
143 años más tarde, el mamífero seguía formando parte del ecosistema isleño. De hecho, fue el mismísimo Charles Darwin el primero en advertir sobre la extinción de esta especie. “Dentro de algunos años, cuando estas islas estén habitadas, sin duda a ese zorro se le podría clasificar, como al dodo (ave endémica de la isla Mauricio), entre los animales desaparecidos de la superficie de la Tierra”, señaló el científico.

Durante el siglo XIX, la población disminuyó. Se cree que el último ejemplar fue abatido en 1876. Hoy en día, se conservan 11 ejemplares embalsamados en distintos museos del mundo.

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