Acumulación de chatarra y basura

Síndrome de Diógenes: un trastorno que no solo afecta a quien lo padece

El comportamiento de los acumuladores perjudica al enfermo y a quienes lo rodean. Vecinos platenses denuncian una situación agobiante relacionada con este desorden psicológico

La acumulación compulsiva es un trastorno psicológico que obliga a quienes lo sufren a acumular objetos y les impide deshacerse de ellos aunque sean inservibles o no cumplan ningún propósito práctico. Este mal también se conoce como síndrome de Diógenes, síndrome del acaparador compulsivo o disposofobia, y es cada día más frecuente.

Vecinos de calle 68 entre 17 y 18 denunciaron a Hoy la presencia de una finca repleta de chatarra y basura que perjudica gravemente la vida cotidiana del barrio. Olores nauseabundos, acumulación de agua, animales y, en verano, insectos son algunas de las quejas que se escuchan entre los que viven en la zona.

“Incluso, por todas las porquerías que guardan ahí, comenzó a ceder la pared de una de las viviendas lindantes”, contó un vecino. “Hace un tiempo empezaron a sacar basura a la calle también, y por suerte se la llevaron, pero hasta entonces el panorama era terrible”, agregó, contando que en el lugar se produjo un incendio, probablemente intencional, y que teme que pueda volver a repetirse. 

Mal de muchos

En una escala más baja, la acumulación está presente en la sociedad como un síntoma de estos tiempos. 

Una encuesta realizada a 1.193 personas en distintas ciudades del país demostró que un 74% de los consultados se reconoció como acumulador de objetos que no utiliza. El estudio, realizado por la consultora TrialPanel, también aportó que el 90% de los encuestados hace limpieza de elementos no utilizados, por lo menos, una vez al año.

“El criterio para guardar objetos no debe ser solamente utilitario. Hay cosas que se quieren atesorar porque evocan lindos momentos o gente querida, pero jamás se usan. Por ejemplo, un gorrito que tejió una abuela o un juguete que se amaba en la infancia”, comparte María Isaac, comunicadora de una agencia internacional de desarrollo. Mas allá de los afectos, la profesional reconoció que acumula objetos que no usa, como casi todas las personas que, cuando deciden hacer limpieza, eligen regalarlos a familiares o personas que los necesitan, según la investigación.

Los números del relevamiento contaron que el 81% de las personas piensa volver a utilizar alguna de las cosas que acapara y por eso no las descarta, mientras que otras lo hacen porque piensan arreglarlas o les recuerdan a algún ser querido.

Para la psicóloga Leticia Cohen, autora del libro Descubriendo las constelaciones familiares solo en 60 minutos, muchas veces “es como si los objetos fueran una continuación del cuerpo. Se produce un apego y por eso es difícil desprenderse. Algo que gusta mucho y da placer se desea conservar. El tema es que cuando más se guarda, queda menos espacio para cosas nuevas. Más se tiene, más energía se necesita para conservar lo que se tiene”.

Según la especialista, el desapegarse es un importante trabajo a realizar. “Venimos al mundo desnudos y nos vamos así. Si podemos tomar conciencia de eso es mas fácil soltar, ya sean pensamientos, emociones u objetos. De ese modo nos sentiremos más livianos y libres”.

Origen del término

En 1960 se realizó el primer estudio científico de dicho patrón de conducta, bautizándolo en 1975 como síndrome de Diógenes. 

La denominación es cuestionable, pues hace referencia a Diógenes de Sinope, filósofo griego que adoptó y promulgó hasta el extremo los ideales de privación e independencia de las necesidades materiales (lo que se conoce como cinismo clásico). 

Por lo tanto, desde el punto de vista histórico y conceptual, la acumulación de cualquier tipo de cosas es lo contrario a lo preconizado y practicado por el citado filósofo.