cultura
¿Qué es la patria?
En tiempos en que los pueblos son despojados del patrimonio colectivo creado a lo largo de las generaciones, vale la pena formular esa pregunta.
Patria es el territorio natal o adoptivo en el que nos subjetivamos y socializamos mediante vínculos afectivos, jurídicos e históricos. Los valores patrios habilitan una pertenencia singular frente al resto del mundo. Sean de orden político, deportivo o el que fuere. Hay diferentes conceptos sobre la patria. Es común que se la asocie con la tierra y la mujer –y la potencial fecundidad de ambas-. También se dice que es la tradición, la lengua, la historia, la infancia. Recién en último término se nombra a la gente que vive en ese suelo. Y sin embargo, sus habitantes no son meramente uno de los elementos más importantes del concepto patria, sino quienes le damos existencia con nuestros cuerpos. Sin un “nosotros” no existiría, porque sin los humanos no existen los recuerdos. Y sin memoria no habría fronteras, ni diferencias, ni conceptos. Los humanos son el único bicho de la naturaleza que sabe que se va a morir. A lo mejor por eso inventa los límites: para no caerse y desaparecer.
Pero sea cual sea el origen de la patria, lo cierto es que constituye una realidad, un sentimiento, una idea, en cuyo significado no todos están de acuerdo. Hasta ahora se conoce más, o tiene “más prensa”, la patria oficial, ligada al honor y al orgullo, viril en lo posible. Sin embargo, también ha ganado terreno asociarla como nido, como espacio que cobija y cuida.
La escritora Elsa Drucaroff sostiene que la idea de patria está en constante disputa y cómo se llena ese significado es una batalla. En su novela La patria de las mujeres Güemes era un líder que entendió que necesitaba representar diferentes intereses para poder armar ese combo tan particular en el cual por un lado tenía a gente muy humilde dispuesta a dar la vida por la patria entre comillas, porque también hay que entender qué era la patria para ellos. Y por el otro lado, tenía a los comerciantes independentistas que necesitaban sacarse el yugo colonial que los obligaba a comerciar exclusivamente con España. Güemes protegía a los comerciantes, que a cambio le financiaban una guerra con milicias; y a la gente que salía a morir por él les dio reconocimiento, derechos laborales y poder. “¿Pero qué era patria en ese momento? -se cuestiona Drucaroff-: Patria es el terruño”.
Las tristes, de Ovidio, es una obra escrita desde su soledad de expatriado (donde murió) lloran de angustia. El poeta latino narra la parte oscura de la patria: su pérdida. También nuestros y nuestras poetas le cantan a lo oscuro y a lo rutilante de la patria argentina. Por ejemplo, Leopoldo Marechal, por un lado, quien dijo que “la patria es un dolor que no tiene nombre”, y Victoria Ocampo, por otro, para quien la patria es el proyecto de país concebido por Domingo Faustino Sarmiento. Dos extremos ideológicos opuestos entre sí, aunque coincidentes al expresar su amor por la patria.
Vale la pena detenerse en Leopoldo Marechal. En su Didáctica de la patria, le recuerda al conductor de un país democrático no aplicar su poder contra el pueblo y no dejarse agitar por su fugaz poderío actuando como payaso de circo. Serenidad requiere conducir la patria. Destaca el origen de nuestro gentilicio, argentum, porque recibir un nombre es recibir un destino. La plata, nuestro metal simbólico, debe ser labrada con alegría y sensibilidad social, no con odio y codicia. En “La patriótica” -incluida en su largo poema Heptamerón- el poeta se refiere a lo joven que es nuestra patria. Dice que la vio talonear los caballos australes siendo niña y pintando el orbe con sus juegos. La patria no ha de ser más que una hija y un miedo inevitable y un dolor que se lleva en un costado sin insultos ni gritos. También en su prosa Marechal reflexiona sobre la patria como búsqueda del ser nacional.
