ciencia
Suceso histórico: un orangután logró curarse sus propias heridas
Este hecho fue observado por primera vez en la historia. El animal utilizó plantas medicinales, untando el líquido en la herida.
Por primera vez en la historia se pudo observar a un orangután curarse sus propias heridas utilizando plantas medicinales. Este histórico e increíble suceso tuvo lugar en Sumatra, en el sudeste asiático. El animal en cuestión durante más de media hora masticó las hojas de una planta trepadora que se usa en la medicina tradicional para tratar diversas infecciones y luego se untó el líquido generado sobre la herida en su rostro.
Rakus, el nombre de este orangután macho que nació en 1989, se produjo esta herida luego de pelear con un par suyo según indicaron desde el centro de investigación Suaq Balimbing. Isabelle Laumer, autora principal del estudio publicado en la revista Scientific Reports, también informó que luego de untarse el líquido el animal se comió las hojas. “Los orangutanes rara vez comen esta planta en esta zona de bosques pantanosos de turba, donde viven unos 150 orangutanes en peligro crítico de extinción. Que sepamos, es el primer caso documentado de tratamiento activo de heridas con una especie vegetal con propiedades medicinales por parte de un animal salvaje”, remarcó.
Asimismo, desde el equipo a cargo de la observación indicaron que todo da a entender que no fue un procedimiento casual y que lo hizo bajo una lógica. “Su comportamiento parecía intencionado. Se trató selectivamente la herida de la cara en la aleta derecha con el jugo de la planta, y ninguna otra parte del cuerpo. La conducta se repitió varias veces, no sólo con zumo de plantas, sino más tarde también con material vegetal más sólido, hasta que la herida quedó totalmente cubierta. Todo el proceso duró un tiempo considerable”, mencionaron. Tras cinco días de este suceso, los investigadores confirmaron que la herida logró cerrarse correctamente sin mayores complicaciones. “La observación sugiere que las capacidades cognitivas necesarias para este comportamiento pueden ser tan antiguas como el último ancestro común de orangutanes y humanos”, concluyeron.